Diario de Viaje 
Por: Pablo Íñigo Argüelles / @piaa11

Nadie nos ha robado los volcanes, da tranquilidad saberlo. Y eso que tuvieron tiempo para calcular el robo, de llevar a cabo el golpe; sabían bien que incluso a plena luz del día, nadie se hubiera dado cuenta de su ausencia.

Porque usted lo sabe bien, espectador del acto, fueron semanas de poca visibilidad. El que más veía podía notar apenas sus manos, nada que superara la distancia que hay de su cabeza al codo. Supe de gente que iba por la 31 sin saber exactamente si se dirigía al poniente o al oriente; supe, también, de amigos que compraron en Amazon cubre bocas por millar y que lamentablemente ahora tendrán que guardar para la próxima pandemia.

Supe de lugares, decenas de ellos, en donde la visión era tan corta y el aire tan espeso que tuvieron que pedirle unas tijeras al vecino para cortar el aire y ahuyentar al elefante enrome que tenían por invitado.

—¿Y los volcanes?— escuchaba decir en una taquería. Los jurábamos hurtados, vendidos por partes en algún puesto de mercado, en alguna tienda china.

Pero nadie nos los ha robado, siguen ahí. Porque hoy, por fin hoy, es el día más transparente; hoy por fin se ven los montes y con suerte y desde un punto estratégico, también el pico; y eso ya es mucho, ¡uf!, qué digo el pico, se ve el cerro de La Paz, las torres de Catedral y los volcanes, nuestros volcanes, se ve la antena parabólica de la casa de enfrente; se ve la Malinche, erguida y recordándonos otra vez que Puebla —para mal de Narciso— termina en alguna parte y que ahí, en donde termina, comienzaTlaxcala.

Yo no lo sé, se me hace mucha coincidencia que hoy y justamente hoy el aire esté tan limpio. A los volcanes nadie se los ha llevado, siguen ahí, rodeados de nubes, signo de las tormentas que vienen, pero ahí al fin, restregándonos que mañana tal vez no seguiremos vivos.

Seguiré contando.

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PS 

Yo sólo voté para que me dieran un café gratis, pero la promoción no aplicó para estas elecciones