Rescatistas de la Cruz Roja aseguran que en esos momentos difíciles dan el todo por el nada
Por: Agencia Notimex
Para los veteranos socorristas de la Cruz Roja hay un enorme abismo entre los sismos de 1985, donde trabajaron con uñas y dientes, con los del año 2017; en el primero reinó el desorden, mientras que en el segundo algunos sólo se querían lucir y acaparar los reflectores televisivos.
A sus 71 años de edad, Salvador Acuña Rojas pertenece al grupo de veteranos de la Cruz Roja, participó en los rescates y apoyos del sismo del 19 de septiembre de 1985.
Narró como fue el despertar en esa cruda mañana: “En aquellos tiempos no existía alerta sísmica. Yo vivía por Ciudad Universitaria, no sentí el movimiento telúrico.
“Estaba en el piso 14, bajé, conduje mi ‘vochito’ por Patriotismo y empecé a ver la magnitud del problema y desafortunadamente no estábamos preparados, comenzando desde la misma presidencia hasta las dependencias de bajo rango”.
Su compañero, Alfonso Ríos Talavera, también con 71 años de edad, estuvo en el sismo del 85 y a pesar del tiempo presta sus servicios y recuerda inmediatamente una noticia preocupante para el equipo de la Cruz Roja, pues un compañero suyo había quedado atrapado en su departamento.
“Hubo mucho trabajo ese día, en uno de los multifamiliares Miguel Alemán estaba un compañero socorrista, quedó sepultado bajo toneladas de escombro, nosotros no lo desenterramos, porque cuando llegamos ya lo habían sacado”, dijo.
Las voces ya roncas y cansadas de estos veteranos rescatistas fueron narrando las historias de los sismos, acontecimientos que los dejaron marcados para toda su vida.
“Un compañero ya jubilado, Darío Ávila, en la colonia Nueva Santa María, amputó un brazo a una chica prensada, se necesitaba una grúa de 100 toneladas para liberarla, agarró valor, tomó el bisturí y sin anestesiar a la paciente comenzó a realizar cortes precisos hasta que logró lo que muchos creían imposible”, recordó Acuña Rojas.
Por su parte, Ríos Talavera rememoró momentos llenos de melancolía como cuando se encontraba en la avenida Cuauhtémoc y Tehuantepec. Ahí sacaron a una embarazada, pero por fortuna las pesadas lozas sólo le aplastaron la mano y la liberaron ya entrada la noche.
“Ya en penumbras y en la quietud de la noche alcanzamos a escuchar mormullos y casi a la medianoche un par de ¡ay!, ¡ay! atrapó la atención de todos. Bajo las láminas y lozas había un par de ancianos abrazados a la espera de ayuda, retiramos los escombros, pero sólo alcanzamos a rescatar con vida a la mujer, el hombre su compañero de vida había muerto sofocado por el peso de un techo de concreto”, dijo.
Mientras, Acuña Rojas explicó cómo vivió los sismos de 1985: “Puede sonar muy negativo, pero sinceramente no estábamos preparados para enfrentar tremendo desastre que dejó a una ciudad en ruinas con miles de muertos y desaparecidos.
“En el 2017, el grave error fue creer que estábamos preparados, por fortuna se pudo actuar rápido, porque dos horas antes habían sido los simulacros, entonces en muchos lugares estaban todavía en alerta y eso ayudó a que no fuera más grande la tragedia”, destacó el rescatista.
Sentenció que en 1985 no había nada de orden, ni siquiera para retirar los cuerpos, por ejemplo: El Parque Delta era el centro de acopio de cuerpos y estaba repleto, les ponían barras de hielo para conservar los cuerpos y mucha gente se equivocaba y no sabían a dónde depositarlos.
Exculpó a la Cruz Roja durante los sismos del 2017, pues ese cuerpo de auxilio está en constante capacitación para brindar el mejor apoyo, pero la realidad es que los agarró por sorpresa y ante ese factor no se puede hacer mucho.
“El programa de paramédicos en la Cruz Roja inició en 1980, después del 1985 mejoró mucho y ha avanzado, aunque nunca podemos decir que ya es todo, porque no es verdad, la naturaleza es impredecible y muchos menos si se trata de sismos.
“La Cruz Roja está preparada, tanto que creó el Centro Nacional de Capacitación y Adiestramiento (Cencad) en Toluca, porque si el desastre le pega muy fuerte a la capital del país todo el apoyo se puede reunir allá y a parte está ubicado justo enfrente del aeropuerto”, dijo Acuña Rojas.
Externó que en 1985 fue una labor de muchos días, pero empieza a meter la mano papá gobierno y citó como ejemplo el edificio de la colonia Roma, donde les advierten que se tienen que salir, que deben abandonar las labores de rescate.
“Estábamos escarbando a eso de las 23:00 horas, nos salimos y a los dos minutos, llegaron cámaras, iluminación, llegó el Ejército, movieron unas piedras, grabaron y se fueron, solo querían el protagonismo. Nos dijeron que podíamos continuar”, aseguró con tono molesto.
Alfonso Ríos enfatizó que el protagonismo de elementos federales los llevó a cometer una gran pifia y eso fue en el colegio Enrique Rébsamen, donde, dijo, fue inventado el drama de la niña Frida Sofía y días después se disculparon.
“En los sismos del 85 también existió un personaje similar al del Rébsamen, y fue el caso de Monchito y se decía que estaba atrapado en un edificio de la calle de Argentina en el centro, pero todo eso se inventó porque los militares querían llegar hasta el sótano donde se encontraba una supuesta caja fuerte llena de dinero, dijo”.
Aclaró Alfonso Ríos que en el caso de Frida Sofía eran dos cajas fuertes que quedaron enterradas, “les pusieron dos nombres, pero en realidad era una clave para diferenciar a las cajas fuertes y eso representó una pifia para el Ejército.”
“Y no quiero grillar pero, por ejemplo, van los topos y dicen: ¡denme comida, agua!, zapatos, lámparas! Pero, entonces ¿a qué viniste?, ¿no? Manos ya sobran de la población, la Cruz Roja es autosuficiente y lleva una primera dotación, de medicina, equipo de curación, tiendas de campaña, potabilizadoras de agua, plantas de luz”, destacó Salvador Acuña
Pero después mencionó un par de grupos con los que se trabajó de forma adecuada en el sismo del 2017 y La Cruz Roja junto con ERUM (Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas) y CRUM (Centro Regulador de Urgencias Médicas) inclusive con los motociclistas, lograron rescatar muchas personas.
“No dejaron entrar en el hotel Regis a un grupo del ISSSTE en el terremoto de 1985, ahora en el 2017 lo que si se vio fue una mejor relación de todos los grupos, trabajando unidos”.
Alfonso agregó que los motociclistas tenían muchas ganas de ayudar en el 2017 y llegaron muchos, se organizaron y se les dijo a donde se iba cada uno, pero tenían que llevar un paramédico, agua, material de curación, hay compañeros que dan el todo por el nada.
Advirtió que hace 30 años no había tantos vehículos como ahora, por eso se buscaba una forma de ayudar de manera eficiente, porque pasar con ambulancias resultaba difícil, actualmente la Cruz Roja cuenta con paramédicos en motocicletas y se puede llevar con mayor rapidez a diferentes puntos.
El director de ese servicio, Diego Arcos, con 37 años de experiencia en ese puesto de socorro, narró algunas cosas ocurridas ese fatídico 19 de septiembre y cómo se sobrepuso ante la magnitud del desastre.
“Tengo una hija de 9 años de edad y no sabía cómo estaba, no había forma de comunicarme y afortunadamente después nos contactaron y dijeron que todo estaba bien.
“Después nos llaman para ir al Colegio Enrique Rébsamen. Obviamente para mí fue un momento muy duro, porque es inevitable no pensar en ella cuando me dicen que es una primaria la que se cayó”, aseguró Diego Arcos.
Detalló que no le dio mucha importancia al caso de Frida Sofía, llegaron al lugar trataron de recuperar a los niños que más se pudieran, fue muy difícil sin duda alguna, una de las experiencias más fuertes en su vida, porque en cada niño que veía estaba su hija en su mente; al final trataron de que no les afectara la farsa de la supuesta niña Frida Sofía.
“Salvamos a dos mujeres en Álvaro Obregón, una de ellas sigue en contacto con nosotros, poco a poco ha superado este evento traumático, duró horas su rescate, llegamos aproximadamente a las 16:00 horas y la primera víctima fue rescatada a las 11 de la noche, la segunda fue un poco más sencillo, así que en poco más de dos horas ya estaba fuera de peligro”, comentó mientras presumía que era muy gratificante realizar un rescate con éxito.