Fama. El historial político de Francisco Romero Serrano lo consuma como un connotado chapulín que brincó del PRI a Morena, partido que le sirvió para cristalizar su sueño de llegar al órgano fiscalizador

Por: Staff 24 Horas Puebla

He aquí la historia de un auditor mecido por el resentimiento. Un viejo priista arrepentido del partido que lo cobijó en sus orígenes. Un prestidigitador más que vio en la Cuarta Transformación un asidero para abandonar las catacumbas.

Francisco Romero Serrano sonríe con la levedad de quien se sabe titular de la Auditoría Superior del Estado (ASE), aunque su nombramiento —al que la oposición no sólo tilda de ilegítimo, sino ilegal— confirme que todo cambió para seguir exactamente igual.

Si los ojos son el reflejo del alma, quizá Twitter sea la escupidera del próximo encargado de fiscalizar las cuentas de los funcionarios públicos. A lo largo de los años y en menos de 140 caracteres, Romero Serrano ha tildado a sus detractores de “pendejetes de mierda”, diarreicos cerebrales y gatos, calostros y huevones.

De allí surgió su necesidad de volver privado su perfil en aquella red social, justo en el contexto del proceso de selección del auditor.

Su historia política —de la que hoy reniega fervientemente— lo consuma como un connotado chapulín que brincó del PRI a Morena cuando éste dejó de serle útil a sus intereses.

De hecho, hasta hace unos días Romero Serrano era un militante activo del tricolor. Su registro en el padrón de afiliados fue hecho público por el periodista Ricardo Morales, y su difusión lo obligó a renegar de su militancia. Según él, fue incluido sin su consentimiento al registro oficial.

“De antemano mi respeto para este instituto político del cual no he formado parte, ni a través de afiliación telefónica y mucho menos por solicitud. Mi reconocimiento para la trayectoria de su partido en nuestra entidad y no me queda más que agradecer las instrucciones que usted gire para solventar lo solicitado”, dijo en una misiva dirigida a Lorenzo Rivera Sosa, dirigente estatal del PRI.

Toda su carrera lo vincula a ese partido. En 2010, de acuerdo con el periodista Rodolfo Ruiz, director de e-consulta, Romero Serrano se vinculó con Javier López Zavala y Mario Alberto Montero Serrano, al que apoyó en su campaña para la presidencia municipal de Puebla.

Cinco años más tarde, cuando fue elegido presidente del anodino Consejo de Organismos Empresariales (COE), fue un priista quien le levantó la mano: el entonces delegado de la Sedesol, Juan Manuel Vega Rayet.

Versiones señalan que de 2014 a 2018 facturó 4.3 millones de pesos como auditor externo de ayuntamientos vinculados al PRI, como Cuautempan, Tlacotepec de Benito Juárez, Tlalnepantla y Aquixtla.

UN TURBIO PASADO

El 2010 fue también el año cuando dejó de ser integrante activo del Colegio de Contadores Públicos de Puebla, del cual era presidente. Según Ruiz, la Comisión de Honor y Justicia del Colegio lo expulsó por faltas a la ética.

Entre éstas se menciona que, aprovechándose de su cargo, trató de convertirse en auditor externo de gobiernos municipales.

En el proceso de nombramiento del auditor, Romero Serrano hizo pública una carta de renuncia con la que trató de refutar la versión que señalaba su expulsión.

Sea cual fuere el contexto de su salida, un año más tarde se convirtió en candidato a presidir la ASE. Parecía contar con cierto respaldo popular: dos universidades privadas y cámaras de la iniciativa privada patrocinaron su nombramiento.

Su aspiración quedó borrada de tajo cuando el Congreso nombró a David Villanueva Lomelí titular del órgano fiscalizador.

Romero Serrano no logró superar aquella derrota. Durante años alimentó el rencor de su malograda postulación y, casi a diario, ofrecía ruedas de prensa siendo titular del COE.

En el proceso electoral de 2018, los integrantes del organismo empresarial se negaron a permitir que fuera utilizado políticamente por él, y resolvieron un cambio en la dirigencia.

Sin cargo alguno, pero con medio cuerpo dentro de Morena, fraguó la invención de otro grupo empresarial denominado Sindicato Nacional de Empresarios de México (Sindemex), cuya capacidad real de intervención entre la iniciativa privada es nimia.

Así, tropiezo tras tropiezo, renegando de su pasado político, Romero Serrano fue arropado por la Cuarta Transformación para ser auditor General en el Estado.

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