La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía


Veo muchos homenajes —muy justos— al Partido Comunista Mexicano en su primer centenario, pero veo ausencias graves en esos rituales.

Vea el hipócrita lector:

El primer secretario general fue un estadunidense llamado José Allen, que era agente de la CIA.

Nadie se dio cuenta hasta que se dieron cuenta.

Allen engañó a todos y se metió hasta la cocina.

Todos los días pasaba sesudos reportes acerca de sus camaradas.

Ventilaba conflictos, exhibía traiciones, señalaba discursos peligrosos.

Y, sobre todo, daba datos claves sobre los hombres y mujeres a seguir.

Muchas víctimas le deben esa condición a José Allen, pero no veo que nadie lo mencione.

En otras palabras: el primer partido realmente opositor de los caciques revolucionarios tuvo como líder a… un soplón.

El PCM terminó, pues, por sacudírselo gracias a los obregonistas que eran los hombres de poder en turno.

Es como si desde la Secretaría de Gobernación les hubieran enviado ayuda para desterrar al enemigo.

En ese mar de traiciones, algunos comunistas cobraban en la nómina de Álvaro Obregón.

Y muchos otros lo siguieron haciendo durante las décadas por venir.

El gobierno federal, con sus diferentes caudillos, siempre tuvo infiltrado al PCM.

Los enemigos de los comunistas eran los propios comunistas.

El brillante José Revueltas un día escribió su mejor novela —Los días terrenales—, y en cuanto fue distribuida resintió los ataques furiosos de sus camaradas.

¿La razón?

Que exhibía el fanatismo deshumanizado de los comunistas mexicanos a través de su personaje principal: Fidel, quien usó el dinero que le dio una célula del partido en imprimir un panfleto en lugar de enterrar al hijo muerto.

Mientras el hijo se pudría, Fidel exhibía el orgullo de ser comunista.

(Una de sus frases lo pinta de cuerpo entero: “No hay mayor felicidad en el mundo que ser comunista”).

Esa exposición que hizo Revueltas de sus compañeros —al exhibirlos como cerdos felices— generó con el tiempo que un grupo de sectarios lo expulsara del PCM.

La misma suerte corrió Diego Rivera en varios momentos.

El colmo fue cuando Arnoldo Martínez Verdugo buscó expulsarlo postmortem.

Así se la gastaban estos tovarich.

Una parte de la actual izquierda mexicana sigue con los mismos genes.

Son igual o más fanáticos que sus padres políticos.

Son, también, a su manera, cerdos felices.

La Capilla, Por Fin.

Este viernes será inaugurada una extraordinaria réplica de la Capilla Sixtina en Puebla.

El empresario encargado del proyecto es Antonio Berumen.

Se usaron 2 millones 700 mil fotos para la bóveda, en aras de darle la curvatura necesaria. 

El espectador se encontrará con algunas piezas originales 37 trailers fueron fletados para transportar todo lo necesario para el montaje. 

Casi 4 millones de personas la han visitado en los diferentes estados de la república mexicana.

Es la primera vez que el Vaticano otorga el permiso para recrearla. 

Y es la primera vez que la montan en el atrio de una catedral.

Será un espectáculo francamente maravilloso.