Foto: Jacqueline Steffanoni
Agustín es uno de los niños con cáncer que sufre el desabasto de medicamento para su tratamiento en el Hospital para el Niño Poblano (HPN). Hoy, su familia, de escasos recursos, no sabe cómo enfrentar los gastos para que no retroceda su estado de salud.
Agustín comenzó su tratamiento en el nosocomio de la Secretaría de Salud (Ssa) en septiembre y sin inconvenientes recibía atención, pero llegó la escasez del medicamento y su madre tuvo que comprarle Citarabina.
Hace unos meses, los médicos le informaron que había escasez de medicamentos y que tendrían que comprar el complemento de sus quimioterapias.
El fármaco tiene 15 pastillas, las cuales le duran sólo medio mes. Su familia tendría que invertir tres mil 400 pesos mensuales. Sin embargo, no tienen los recursos económicos para hacerlo.
Agustín es huérfano de padre y su madre tiene que pedir prestado para trasladarse de Teziutlán a la ciudad de Puebla para atender su enfermedad. El transporte les cuesta alrededor de 800 pesos y, a falta de recursos, se quedan en un albergue rural.
Mercedes, madre de Agustín, tiene tres hijos más. Gilberto, de 21 años, es el que la apoya y absorbe los gastos de sus otros hijos de 16 y 13 años.
“Como su papá ya falleció y son cuatro, no alcanza para los que están en casa y estar comprando medicina. Mi hijo el mayor me apoya y se hace cargo de los dos más chicos, yo pido prestado para poder venir y estar al cuidado de Agustín”, relató.
Agustín fue diagnosticado con cáncer en septiembre y su vida cambió. Terminó la secundaria, pero ya no se inscribió a la preparatoria porque tuvo que iniciar su tratamiento.
“Antes iba de mi casa a la escuela y al revés y cuando salía iba a jugar futbol, pero ya no juego porque como tengo un aparato en mi pecho ya no juego, porque qué tal que me dan un balonazo”, reconoció.
Antes, solía jugar futbol, hoy no puede porque tiene una sonda en el tórax por donde le pasan medicamento.
Ahora, sólo llega al hospital junto con su patineta, que no sirve, pero con la que se entretiene, mientras espera a ver si le dan su quimioterapia.
Su mayor sueño es recuperarse de la enfermedad y que su familia no tenga que lidiar económicamente para comprar su medicina. “Sí servía, pero como la jugué, la descompuse y ya no sirve, pero me entretengo con ella. Me siento bien, no me siento mal, pero me pone triste tener cáncer, quiero seguir estudiando y salir de estos lugares”, aceptó.
Hoy, su madre, se manifestó junto con otros padres de familia afuera del Hospital para el Niño Poblano para pedir a las autoridades que les surtan el medicamento. Aseguraron que no tienen los recursos para comprarlos y temen que la vida de sus hijos se ponga en riesgo.
“Pido prestado, lo importante es que mi hijo esté bien y salir adelante, en el albergue rural, necesitamos mucho porque no es tan fácil, no hay medicina y estar comprando y estar sola no se puede. La lucha hoy es por mi hijo y salir adelante, que haya medicina para mi hijo y los demás”, dijo Mercedes.
Mercedes reconoció que pide fuerzas a Dios para enfrentar la enfermedad de su hijo, la cual teme les gane la batalla y pierda a Agustín.
Entre lágrimas aseguró que es la segunda batalla que enfrenta contra las enfermedades y la primera la perdió cuando murió su esposo por tuberculosis.
Hoy, sólo espera que el gobernador Luis Miguel Barbosa los apoye con los tratamientos para que su hijo no quede a la deriva.
Mercedes junto con su hijo Agustín están por regresar a Teziutlán hasta que tengan el aviso de que ya hay medicamento para el tratamiento, por ahora, sólo les queda manifestarse en el Hospital para el Niño Poblano –junto a otros papás– para que el gobierno no los olvide.