Rosamar Trejo Adame, es maestra de primaria desde hace siete años, trabaja en el turno matutino y vespertino frente a grupo de primero y tercero respectivamente.
Desde marzo se mudó de su casa en Tecamac para la casa de sus padres en Ecatepec, ya que ella no cuenta con el servicio de internet, lo que dificulta su labor como docente durante esta emergencia sanitaria.
Con el apoyo de sus padres, una muestra jubilada y un carpintero, puede trabajar a distancia mientras monitorea a sus tres hijos que cursan primaria y secundaria.
Proveniente de una familia dedicada a la docencia; esta joven maestra ha tenido que adaptarse a las dificultades que enfrentan los padres de familia de sus alumnos, ya que muchos no cuentan con acceso a dispositivos móviles para enviar tareas.
“Muchos de mis niños son hijos de comerciantes y para sus papás es complicado sentarse con ellos, o contar con dispositivos para cada niño”, cuenta.
En este inicio de ciclo se han adaptado a indicaciones emitidas por la Secretaría de Educación, como no hacer compra de útiles ni uniformes.
Respecto a la programación que se está emitiendo por televisión la profesora considera que “Es difícil que los niños entiendan así, porque las clases no atienden estilos ni el ritmo de aprendizaje de cada menor; entonces tenemos que ser empáticos con los papás y los niños para poder trabajar en conjunto”.
El día de Rosamar inicia a las 6:30 am, hacer el desayuno para sus tres hijos, dar clases; ayudar a sus hijos, hacer de comer, regresar a la clase del turno vespertino; etc, como ella hay muchas maestras que su trabajo ha aumentado debido a la contingencia sanitaria.
fahl