Si no hay cambio de señales este viernes será llevada a la Comisión de Gobernación en el Congreso del Estado la reforma que permita validar desde una perspectiva jurídica la posibilidad de que hombres y mujeres se unan en pareja sin importar su preferencia sexual.

Atender la agenda de las causas de la izquierda había sido un reclamo de colectivos e integrantes de la comunidad LGBTT desde que la alternancia auténtica llegó con la Cuarta Transformación al gobierno del estado y el Legislativo.

La diputada Vianey García, presidenta de la Comisión de Gobernación afinó los detalles del documento que este viernes será presentado en comisiones para su estudio, análisis y eventual votación para luego continuar la ruta parlamentaria.

La más joven integrante del poder legislativo fue la primera integrante de ese ámbito que al protestar el cargo como legisladora llevó la bandera símbolo de la diversidad sexual, una muestra de congruencia con las causas que ha impulsado desde su trinchera: la diversas sexual y el derecho de las mujeres de decidir sobre su cuerpo.

Las sociedades de convivencia ya no son nuevas en México desde que en la capital se dio luz verde a una controvertida legislación para permitir la legalización de uniones de hombres con hombres y mujeres con mujeres, según la preferencia de cada cual.

Pero en un escenario como el poblano en el que la mojigatería se expresa de diversas formas y una sociedad conservadora, con una clara tendencia al clasismo y la derecha, el documento que será discutido en el Congreso de Puebla levantará una enorme discusión, incluso de carácter confesional.

Tragan diablos y orinan agua bendita quienes suelen oponerse al avance del clima de libertades en un país polarizado, símbolo de la propia inopia de espíritu.

Las buenas conciencias -no es alegoría del texto del enorme Carlos Fuentes- se dedicarán en las próximas horas a descalificar la intención auténtica para reconocer los derechos de un amplio segmento poblacional ninguneado a lo largo de la historia.

El paso que se ha dado desde el ámbito del Congreso también implicará necesariamente una profunda reflexión sobre el tipo de sociedad que somos todos quienes formamos este modelo de convivencia porque toca fibras sensibles en lo individual y en familias enteras.

Reconocer entre nosotros a homosexuales y lesbianas va a significar dar un paso en el largo camino del reconocimiento de la diversidad sexual y sus preferencias sin el morbo y la carga dogmática que poco ayuda.

Ahí está el pasaje de oprobio que ha dado carta de naturalización a expresiones homofóbicas desde el periodo del porfiriato, cuanto el yerno del presidente de la época asistía a una fiesta homosexual.

Cuando fueron detenidos y encarcelados un periódico de la época llamado Hoja Suelta publicó una canción “El corrido de los 41”.

Algunos de los detenidos fueron puestos en libertad luego de pagar la fianza, los menos adinerados fueron desterrados al ser incorporados al Ejército y enviados a combatir en la llamada Guerra de Castas en la península de Yucatán. Así eran los moralinos de la época, que no han cambiado mucho.

Parabólica por Fernando Maldonado