El Villarreal Club de Fútbol de España ha volteado a ver a México, en concreto a la cantera del Club Puebla. Emiliano García Escudero y Santiago Montiel Álvarez ya son seguidos muy de cerca y hay interés real para que se puedan unir a las filas del Submarino Amarillo.

Emiliano ha sido un chico diferente, inclusive en el Colegio Andes jugaba con generaciones más grandes, pero su habilidad, desparpajo y la guía del profesor José Juan García lo hicieron destacar de inmediato.

En su paso por la escuela y los torneos caseros, el entonces ‘menudito’ Emiliano tomaba la pelota en medio campo, driblaba a cinco rivales, recortaba al portero y la ponía en el ángulo con un ingenio sinigual. En la banda el profe Juan, con su gorrito característico le gritaba “suéltala, acompáñate”, pero cómo criticarle con cada joyita que nos entregaba.

Lo veías por derecha, por izquierda, de enganche, peleando una pelota en medio campo y en un parpadeo el marcador para el Andes arrojaba dos goles de diferencia gracias al descaro de este chamaco.

En una de esas tardes inspiradas, Emiliano marcó dos goles, puso una asistencia; sin embargo, se perdió dos mano a mano ante el arquero y fue relevado a tres minutos del final. Andes ganó 4-1 al Colegio Americano y lejos de salir de la cancha con una sonrisa, se le notó inconforme e intercambiando puntos de vista con su inseparable padre.

Yo iba a ver jugar a mi hermano Sebastián, gritaba desde la grada, me disfrazaba de novel entrenador, pero al ver la calidad de Emiliano, la soltura en su juego, solo me quedaba sentarme, disfrutar e imaginar que algún día lo vería en Primera División.

El 22 de noviembre de 2019 fue la fecha. Se jugaba el partido entre Puebla contra Necaxa. Pude presenciar y narrar el debut de Emiliano García en Liga MX y ver el nacimiento de una carrera futbolística que promete y que, si las cosas caminan como hasta ahora, lo veremos aterrizar en la Ciudad Deportiva Villarreal con su pasaporte comunitario para enfundarse en la casaca del Submarino Amarillo.

 

@AlfredoGL15

Por Alfredo González