La Guerra Fría, la competencia directa que no llegó a las armas entre las dos superpotencias (Estados Unidos y la Unión Soviética) que rigió al mundo de 1948 a 1989, afectó también al deporte y al olimpismo generando dos boicots que pusieron en serio riesgo al Comité Olímpico Internacional. Hoy que se viven momentos complicados por la pandemia y que serias dudas planean sobre Tokio 2020, conviene recordar un momento específico de los Juegos de los años 80’s en los que incluso se llegó a proponer que fuera la ONU la encargada de negociar las participaciones olímpicas ante el fracaso del COI. La historia nos ayudará recordar a una gloria olímpica poco mencionada cuando se repasa Los Ángeles 84 y nos llevará a una de las condecoraciones olímpicas más polémicas de la historia.

En Los Ángeles 84 no participaron 13 estados comunistas que siguieron el ejemplo de la Unión Soviética que así contestó al boicot que había encabezado Estados Unidos en Moscú 80, dicho boicot generó que sólo 80 países formaran parte de la justa soviética, con 65 que se sumaron al boicot cuyo pretexto fue la invasión de Afganistán por parte de la URSS, por lo que 5259 atletas acudieron a Moscú. La respuesta soviética en Los Ángeles 84 generó que 14 países no acudieran a California que registró una participación de 140 naciones y 6798 atletas. Polonia, Bulgaria, Checoslovaquia, Alemania Oriental, Cuba, Corea del Norte, Afganistán, Mongolia, Vietnam, Laos, Yemen del Sur, Etiopía y Angola, además de la propia URSS.

El impacto de este boicot no fue numérico, sino cualitativo: El politólogo bilbaíno, Carlos Pulleiro Méndez en su libro “Relaciones Internacionales y los Juegos Olímpicos” (Centro de Estudios Olímpicos de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea), establece que con este boicot faltó el 50% de las medallas totales de Montreal 76 y el 58% de las de oro. De los 10 primeros lugares del medallero de los juegos en Canadá, siete pertenecían al bloque comunista: Hungría, Rumania, Cuba, Bulgaria, Alemania Oriental y la URSS, por lo que Pulleiro Méndez considera que el impacto del boicot soviético afectó la competitividad, significó minimizar las victorias estadounidenses en su territorio y a devaluar a los juegos.

Hubo tres países del bloque comunista que sí acudieron a Los Ángeles 84: Yugoslavia, China (que regresaba a la escena internacional deportiva y su presencia tuvo como máxima figura al gimnasta Li Ning) y Rumania que ya era considerada una de las grandes potencias de la gimnasia artística tras la historia de Nadia Comaneci en Montreal 76. En el caso de los dos primeros su presencia en territorio estadounidense se explica a partir de los desacuerdos con Moscú y de su postura de mostrar una independencia política, pero en el caso de Rumania se puede entender por tres aspectos. Era el hilo conductor con el Oeste por lo cual su papel se hubiera visto comprometido en caso de sumarse al boicot, la participación reforzaría la identidad nacional ya que coincidió con las celebraciones del cuadragésimo aniversario del derrocamiento del gobierno rumano títere del nazismo y la imagen que el deporte daría a su líder, Nicolae Ceaucescu.

Temas que se repiten en la historia: Explotación del nacionalismo a partir de las actuaciones deportivas, popularidad por los resultados de los atletas y demostrar con las medallas obtenidas que el sistema de gobierno es eficaz.

Rumania acabó en segundo lugar del medallero sólo por debajo de Estados Unidos con 20 medallas de oro, 16 de playa y 17 de bronce para totalizar 53, Alemania Occidental la superó en número de medallas con 59, pero consiguió 17 oros y en cuarto lugar apareció China, dejando en quinto a Italia. Su delegación fue de 124 deportistas en 13 deportes, su abanderado en la inauguración fue Corneliu Ion, de tiro. Sus grandes figuras fueron la gimnasta Ecaterina Szabo quien sumó tres oros individuales, uno más por equipos y una plata, además de Diona Ofelia Melinte, oro en los 800 metros y plata en los 1500 https://www.youtube.com/watch?v=OfbVNyPqRX4.

Ecaterina Szabo es una de esas figuras de los Juegos Olímpicos de las que poco se habla, pero su duelo con la local Mary Lou Retton le dio momentos de gran emoción a la justa, de hecho, Szabo fue la máxima ganadora de preseas con 5 y empató con Carl Lewis en cuanto a las medallas de oro con cuatro. Nació el 22 de enero de 1967 en Zágon, una comuna en el condado de Covasna en la región de Transilvania; Zágon tiene una población preponderantemente de orígenes húngaros, de hecho, Szabo se llamaba Katalin, pero los dirigentes comunistas trataron de ocultar su origen húngaro y le cambiaron el nombre por Ekaterina, su primer idioma fue el húngaro y no aprendió a hablar rumano hasta que empezó a asistir a clases de gimnasia en 1973 en Onesti bajo los entrenadores María Cosma y Mihai Agoston; posteriormente trabajó con los descubridores de Nadia, Martha y Bela Karoly pero tras la partida del matrimonio a Estados Unidos en 1981 volvió a trabajar con María Cosma apoyada por Adrian Goreac y Adrian Stan.

Szabo era una carta fuerte en la gimnasia con o sin las gimnastas soviéticas y fue el argumento principal para llevar al equipo rumano al oro en esa modalidad, perdió la medalla de oro en el all around con Mary Lou Retton en una cerrada competencia que se definió por .5 en favor de la local, pero se rehízo para brillar en las finales por aparatos en el salto de caballo, en la barra de equilibrio y en el ejercicio a manos libres https://www.youtube.com/watch?v=nTCsmaSiBF8; fue declarada como la atleta del año en Rumania y alargó su carrera hasta 1987 donde volvió a ser pieza clave para derrotar a la URSS en la modalidad por equipos del Campeonato Mundial de Gimnasia, además de obtener un bronce en la barra de equilibrio en una gran competencia con la soviética Svetlana Boginskaya, nacida en Bielorrusia, quien iniciaba su exitosa carrera.

Nicolae Ceaucescu fue dictador de Rumania desde 1967 hasta su ejecución en diciembre de 1989, se caracterizó por su apertura hacia Europa Occidental y Estados Unidos, tuvo cierta independencia de la URSS, pero al interior fue sumamente represivo, instaurando un régimen de un exacerbado nacionalismo, con culto a su personalidad. Acusado de genocidio por la matanza de Timisoara donde ordenó a la policía disparar contra los manifestantes en esa ciudad, fue fusilado el 25 de diciembre de 1989. Como parte de ese culto a la personalidad y exacerbado nacinalismo, Ceaucescu se ayudó del deporte, convirtió a Nadia Comaneci en figura del régimen y armó  al Steaua de Bucarest, campeón de Europa en 1986 tras sorprender en la final de Sevilla al Barcelona https://www.youtube.com/watch?v=v3R1ii0cwG8&t=46s.

Su papel al permitir que Rumania participara en Los Ángeles 84 a pesar del boicot soviético le valió el máximo reconocimiento que el Comité Olímpico Internacional otorga, la Orden Olímpica, la cual fue entregada en una ceremonia que presidió Juan Antonio Samaranch en 1985 y que hoy constituye un momento incómodo en la historia del olimpismo por las acusaciones de genocida y dictador sobre el propio Ceaucescu. Nikoletta Onyestyák, investigadora de la Universidad de Budapest ha definido el momento rumano en Los Ángeles 84 de la siguiente manera: “Rumania demostró que los intereses nacionales junto al liderazgo de los políticos valientes eran viables incluso en un estado dependiente”.

Una gimnasta que brilló intensamente, cuyo papel ha quedado enterrado por los años, un político hábil que pasó de ser puente con Occidente a genocida, una guerra fría que afectó y puso en severo riesgo al olimpismo y una actividad deportiva cuyos resultados son aprovechados para elevar la imagen de un régimen, así como para explotar el nacionalismo son parte de la historia olímpica. 36 años después de Los Ángeles 84 el uso político del deporte se sigue repitiendo y el olimpismo no puede escapar de los temas que afectan a la humanidad.

 

El Blog de Puebla Deportes por Antonio Abascal 

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