Después de una taza de chocolate y una profunda plática, un adulto mayor y su hijo observan la televisión repitiendo algunos de los datos más importantes de las noticias.

“En marzo está planeado que lleguen a México 23 millones de vacunas antiCovid, en abril 33.2 y en mayo 46 millones para completar un total de 102.2 millones de dosis, que casi alcanzarían a ser una dosis por cada mexicano en nuestro territorio”.

Los datos los lee el padre con su voz experta, y sus canas delatan la urgencia de que el antídoto llegue pronto, mientras su hijo le dice con urgencia: “cuídate mucho, ya es el tramo final. Aguanta”.

Juntos vuelven al televisor, cómplices de una escapada inesperada en medio de la pandemia de Covid-19 y repasan los datos.

El calendario marca que el siguiente mes deberán arribar al país 4.1 millones de dosis de Pfizer, 10 millones de Astra Zeneca, 2.7 millones de Cansino, 1 millón de Sputnik, 1.16 millones de Serum, 3 millones de Sinovac y 1.6 millones de la iniciativa Covax.

Para el mes de abril llegarían al país 2.1 millones de dosis de Pfizer, 15.7 millones de Astra Zeneca, 4.8 millones de Cansino, 6 millón de Sputnik, 3 millones de Sinovac y 1.6 millones de la iniciativa Covax.

En el mes de mayo deberán ser 3.7 millones de dosis de Pfizer, 15.7 millones de Astra Zeneca, 5.4 millones de Cansino, 16.6 millón de Sputnik, 3 millones de Sinovac y 1.6 millones de la iniciativa Covax.

Poco antes del verano, deberá haber vacunas suficientes para dotar al personal de Salud, los adultos mayores, los comórbidos y quienes son vitales para la sociedad, de la protección necesaria para evitar un desenlace fatal.

Han sido meses de hastío para millones de familias en este país que las diversas realidades han obligado a vivir su cuarentena a distancia y lejos de los suyos, para quienes cruzaron las fronteras locales o estatales de varios cientos de kilómetros para buscar una mejora familiar.

Pero el cuento no acaba ahí, en las noticias lo adelantan. “Quienes sean vacunados deberán de seguirse protegiendo para no adquirir la enfermedad y no tener la posibilidad de seguir contagiando el virus”.

Al cierre del 2020, la llegada del Año Nuevo nos inspiraba. Las noticias sobre las vacunas y la posibilidad de que pronto llegara el remedio al país incidieron en el ánimo de muchos, como el que esto escribe, y colmaron a muchas familias de fe.

Ninguno de nosotros imaginaba lo que nos deparaba enero, la desesperación por la tragedia, los tanques de oxígeno, las ambulancias, hospitales y el olor a muerte. Febrero y la intensidad en las medidas, las familias desgastadas y el dolor del drama aún presente.

Por ello la esperanza está puesta en marzo, con las primeras tendencias a la baja, un aviso a un leve desconfinamiento y la ilusión de que, al menos, nuestros padres y abuelos tendrán acceso al remedio para mantener nuestras vidas en paz.

 

@Olmosarcos_

Máscaras por Jesús Olmos