Dos de las cabezas de grupo en Morena fueron exhibidos como tramposos beneficiarios de dos regímenes de los que ahora despotrican por conveniencia política: en el sexenio del panista Vicente Fox y del priista Enrique Peña Nieto.

La investigación  del periodista Álvaro Ramírez Velasco, publicada en este medio, no deja lugar a dudas. Queda de manifiesto que también utilizaban prácticas como las de la mafia del poder: recurrir a los moches.

Se trata del matrimonio formado por Carlos Evangelista Aniceto y Julieta Vences Valencia. El marido fue secretario nacional de Combate a la Corrupción en Morena; ella es diputada federal y ya no será legisladora reeleccionista por el incumplimiento de la norma ante el Instituto Nacional Electoral.

No sólo fueron beneficiarios de los regímenes antes descritos, sino que, además, habrían timado a grupos de productores de la región del municipio de General Felipe Ángeles, en donde tienen su feudo caciquil.

Condenable el papel de ambos porque en manos de ellos –Evangelista, sobre todo- es a quien le entregaron el control del aparato partidista para decidir las candidaturas y que ahora tiene, literal, inundado de recursos de impugnación a los tribunales.

Los dos “coyotes” de las gestiones presidenciales del panista Fox y del priista Peña también han vetado aspiraciones por el sólo hecho de no obedecer a los intereses de grupo que encabeza Bertha Luján Uranga, presidenta nacional del Consejo de Morena y una de las mujeres más cercanas al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Fue el propio Carlos Evangelista el responsable de “reventar” un acuerdo que ese partido tenía concretado con el Verde para ir en alianzas parciales en algunas candidaturas, lo que orilló al partido del tucán a buscar prospecto para competir sin aliados en la capital.

Los documentos probatorios (padrón de asesores técnicos de Sagarpa, comprobantes fiscales y revisión de cuentas públicas de la Auditoría Superior de la Federación) no hacen, sino desautorizar a este par para continuar como caciques políticos en un momento definitorio.

La falta de consistencia en el discurso comienza a ser un problema serio para el partido en el poder en el país y en Puebla. De ser la esperanza en México, se comienza a transformar en la pesadilla de la que aún no despartamos.

Evangelista y Vences son, en Morena, coyote con piel de redentores. Los experredistas que encontraron la forma de obtener ganancias como esas expresiones políticas radicales que tanto se ha regodeado con el poder en turno y sin rubor alguno: acusaron con la izquierda y cobraron con la derecha.

No deja de resultar paradójico en un partido que llegó a postular como la autoridad moral de la vida pública, que hayan dejado en las manos de un profesional del coyotaje la Comisión Nacional de Combate a la Corrupción de Morena. Por eso no sorprende que haya tanto extraviado en las filas de ese partido. No es exagerado decir que este matrimonio hizo añicos el principio lopezobradorista: traicionaron, mintieron y robaron.

Desde luego que en Morena hay excepciones notables, pero son los otros, los oportunistas, chapuceros y mentirosos que aprovecharon la enorme expectativa en 2018 para que la sociedad echara al PRI y PAN a través del voto. Resultaron unos “vulgares ambiciosos”.

 

@FerMaldonadoMX

parabolica.mx por Fernando Maldonado