Caras largas, miradas en el vacío, y un ambiente de funeral fue el que privó en la primera presentación que la impugnada dirigencia estatal de Morena de Claudia Rivera Vivanco como su carta para competir en la elección de junio próximo.

No fue la algarabía de los triunfadores en una contienda interna en Morena que se había extendido hasta que la noche del viernes, cuando apareció en redes sociales la fotografía de Mario Delgado, líder nacional, con la edil y aspirante a mantenerse en el gobierno de la ciudad.

Fue la mañana de domingo cuando los cuestionados Edgar Garmendia de los Santos y Saúl Papaqui arribaron al patio central de la librería Profética en el Centro Histórico de Puebla, pues el edificio sede en la colonia La Paz sigue tomado por militantes inconformes con su dirigencia.

Si en política la forma es fondo, el del domingo fue el más desangelado de los eventos efectuados por el partido que, paradójicamente, detenta el poder. Lejos quedó la expectativa generada por la Cuarta Transformación desde los tiempos de 2018, cuando ya se advertía un alto grado de competencia política.

Sumidos en una penumbra del sitio desde donde fue presentada la virtual candidata a la presidencia municipal y edil en funciones, Rivera Vivanco, Garmendia cometió el desliz al llamar a “dejar atrás las dirigencias fifís” en Morena, en una clara alusión a Gabriel Biestro Medinilla y a Mario Bracamonte, expresidente del partido que vive desde el viernes una profunda fractura.

Al diputado con licencia y aspirante a la postulación y sus seguidores los ubicaron en el rango de autores de “discursos derrotistas”, con intenciones de recuperar privilegios.

Del derrotismo que la cúpula en Morena vio en los adversarios, pasaron a extender la mano. Garmendia de los Santos llamó a no caer en provocaciones, trabajar en unidad y dejar de lado la confrontación.

En la mesa dispuesta en Profética, en medio de la penumbra de este Domingo de Ramos, Papaqui y Rivera Vivanco mantenían la mirada fija en la nada, sin el brillo que caracteriza la mirada del triunfador.