En febrero del año 2000, un par de turistas vivió uno de los episodio más frustrantes en Atlixco, el municipio que sirve de recreo vacacional de poblanos, morelenses y chilangos. Fueron detenidos por agentes de Vialidad (o Tránsito) por una infracción menor que estuvieron dispuestos a solventar.

Las autoridades exigían la suma de dinero que no era mayor a los 2 mil pesos a cambio de dejar en libertad a la joven mujer que iba al volante, y sin entregar un solo recibo por el pago de la multa de tránsito.

No sólo se configuraba el probable delito de privación ilegal de la libertad, sino de extorsión, cometidos ambos en instalaciones oficiales del gobierno del municipio de ese lugar. Presionados, agotados y sin más ánimo que retirarse a descansar, los paseantes frustrados se fueron del lugar con el enojo contenido.

Un funcionario menor de la comuna se dolió de la escena y en voz baja dijo a la pareja víctima de la rapacidad de la policía en Atlixco que era una exigencia de los altos mandos, producto de las cuotas impuestas en el día a día.

Por eso y más llama la atención el conjunto de promesas del candidato a la presidencia municipal, que es al mismo tiempo autoridad en ese municipio. El surrealismo de nuestras municipalidades da para eso y más.

Exhibido como un edil omiso ante la presencia creciente de la delincuencia en el idílico Pueblo Mágico, el fin de semana el candidato Velázquez ofreció “combate frontal a la delincuencia”, y tuvo un dejo de elogio para sí mismo detrás de un engañoso “no se detiene”.

Por eso llama la atención que el gobierno municipal que ofrece en campaña Guillermo Velázquez en Atlixco será todo menos lo que no ha sucedido en el último trienio a cargo del mismo panista, que busca la confianza y voto de sus habitantes.

Narcomenudeo, cobros de piso, pandillerismo… y corrupción, abundante y notoria. Nada de eso parece ser ajeno al círculo que rodea al edil con aspiraciones reeleccionistas, y desde donde pretende construir su estructura para competir por candidatura al gobierno del estado en 2024.

Ofreció, entre otras cosas, la instalación de un 100 por ciento más de cámaras de videovigilancia como si se tratara del paradigma que evitará la proliferación del narcomenudeo, que ha dado en los últimos meses una cifra escandalosa de detenidos.

En barrios, colonias y fraccionamientos de ese municipio ha crecido en una forma exponencial la venta de drogas duras, como el cristal, una de las de más fácil acceso entre los jóvenes de estratos sociales más pobres.

El feudo del cristal en Atlixco no habría podido erigirse sin el conocimiento, complacencia o complicidad de policías y mandos de la corporación bajo la mano del candidato panista que busca reelegirse.

La omisión es imputable y éticamente imperdonable por los efectos del consumo de cristal: convulsiones, pérdida de memoria, actividad motora repetitiva, paranoia, alucinaciones y hasta la muerte.

Es la política que ha seguido el candidato Velázquez, incapaz de acusar al edil Velázquez. Cómoda posición la que vive en condición dual: dos patologías en una sola persona.

 

@FerMaldonadoMX

Parabólica escribe Fernando Maldonado 

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