El priato, del que tanto presume Néstor Camarillo, el niñato colocado al frente de la devaluada franquicia electoral tricolor, cuando no saquea arcas públicas, mata mexicanos, literal.

Envuelto en la bandera tricolor para arrojarse del vetusto edifico del Centro Histórico como sucedió con su reciente “informe de logros”, suele tener mala memoria mientras sus cercanos aplauden sin rubor. La conveniencia de la meritocracia, pues.

En marzo de 2021 anduvo en la capital Rubén Moreira, uno de los dos hermanos que gobernaron Coahuila entre 2004 y 2017, una línea de tiempo de dos sexenios que abarca lo ocurrido en 2011 con la masacre de Allende, contada en Somos, una popular serie documental disponible en la plataforma de streaming Netflix.

Rubén, que ahora será interlocutor de la Cuarta Transformación en la Cámara de Diputados en su calidad de coordinador de la bancada priista, fue exonerado en la narrativa documental del trabajo producido por James Shamus, Mónica Revilla y Fernanda Melchor, que ha merecido una notable cobertura por la prensa internacional.

Uno de los capítulos iniciales cuenta el episodio de Anselmo, un ranchero a quien los Zetas, bajo el mando de los hermanos Treviño (Z40 y Z42), le invaden tierras, tiran cercas y matan ganado, pide a otro par interceder con su amigo el gobernador (Moreira) para detener el avance de los criminales.

Ambos rancheros terminan ejecutados por los sicarios de los Zetas, pero los escritores de la serie prefirieron obviar los nombres de los responsables que no pudieron garantizar seguridad para habitantes de Allende y todo Coahuila, y culpables de esa matanza en Allende: los Moreira.

Si las manos de Moreira están manchadas de la sangre de las familias masacradas por los Zetas en ese 2011, también están llenas de escoria política que el propio coordinador de la próxima bancada legislativa evidenció sin pena ni rubor.

En marzo de este año fue enviado como delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PRI para presentar a los candidatos de la alianza Va por Puebla (PRI-PAN-PRD), en el que Camarillo quemó incienso en detrimento de la dignidad de un amplio sector de la militancia perseguida o acosada por el grupo del fallecido Rafael Moreno Valle.

Rubén Moreira, el mismo gobernador omiso en Allende que propició el fortalecimiento de los Zetas, vino a ponderar el nombre del exgobernador, Moreno Valle, el panista que persiguió hasta a sus correligionarios, entre quienes se encontraban Ana Teresa Aranda y Humberto Aguilar Coronado.

No hubo ejercicio de autocrítica de lo sucedido en la elección del domingo 6, como tampoco hubo humildad para reconocer como un error traer a Puebla a un político de la ralea de los Moreira, con un pasado notoriamente pernicioso para los mexicanos.

Eso es todo lo que tienen en el PRI: un cúmulo de cuadros políticos que alguna generación futura utilizará para colocarlo en las paredes del museo del horror, porque con esa clase de políticos no es exagerado ratificar que cuando no roban, ejecutan.

 

@FerMaldonadoMX

Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado