Entrevisté muchas ocasiones a quien considero una de las más grandes luchadoras históricas del país, a doña María del Rosario Ibarra de la Garza, más conocida como Rosario Ibarra de Piedra, fundadora del Comité ¡Eureka! Además, una mujer exquisita e inteligente.

Pensé que los detractores del nombramiento de su hija, Rosario Piedra Ibarra, al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), exageraban. La acusaban de muchas lindezas. Ahora sé que no todo era en vano.

La CNDH de ella emitió una recomendación contra el gobierno de Puebla, que está pésimamente redactada, se excede en sus facultades e, incluso y como un grave error, comete violaciones a la propia Carta Magna.

Por ejemplo, ordena bajar notas periodísticas, con lo que se extralimita constitucionalmente, porque hay un artículo en la Carta Magna (el 6º) y su Ley Reglamentaria, que establece un derecho de réplica, más no la supresión de los materiales publicados en los medios de comunicación.

La recomendación defiende, con descaro y excesos, al exsecretario de Salud y excabeza del Congreso local del morenovallismo, Jorge Aguilar Chedraui, y lo pinta como “víctima” de abusos de autoridad, por simples opiniones del gobernador y del auditor del estado.

No conoce Piedra Ibarra, o si lo conoce lo defiende a propósito, quién es y la decadencia y el régimen violador de las garantías básicas que representó el morenovallismo.

Un ejemplo, casi anecdótico: La presunta inconmensurable riqueza que Aguilar Chedraui acumuló tiene datos de comprobación más allá de lo deseable para él, y que nutren la leyenda urbana de sus excesos y excentricidad.

Las bocas de muchos testigos terminaron por describir, hace años, uno de los símbolos máximos de riqueza y ostentación que tienen los ricos y la clase política: ser propietario de su propio jet, un lujo que habitualmente sólo pueden darse los magnates y las estrellas de Hollywood.

Fue en el contexto de la Sexta Asamblea de la Conferencia Permanente de Congresos Locales (Copecol), del 18 y al 20 de marzo de 2015, que tuvo sede en Zacatecas, que la leyenda negra tuvo valor de testimonio.

El 18 de marzo, con el fresco que se deja sentir con la primavera en Zacatecas, aterrizó en el aeropuerto General Leobardo C. Ruiz, de la capital del estado, el jet con varios pasajeros provenientes de Puebla.

JACh a la cabeza, “propietario de la aeronave”, según varios de los testigos. Habían llegado con él, Maiella Gómez Maldonado, legisladora de Nueva Alianza; Patricia Leal Islas, diputada del PAN; Marco Antonio Rodríguez, entonces del PES; y el presidente de la Junta de Gobierno poblana, el perredista Carlos Martínez Amador.

Lo relajado del ambiente, luego del primer día de trabajos de la reunión que inauguró el entonces secretario de Gobernación del peñismo, Miguel Ángel Osorio Chong, llevó a varios y a varias a la indiscreción de contar que habían llegado en el “avión privado” de JACh.

A que datos así no los sabe Rosario. Ni los va a defender en su cuenta de Twitter la “víctima” JACh. Y es que, en serio, hay cosas indefendibles.

 

@Alvaro_Rmz_V

Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco