Como en ningún otro momento histórico contemporáneo, en éste se ha venido revalorando el orgullo por Puebla, por sus tradiciones, por su historia y por ser poblano. La poblaneidad integral.

Al gobierno de Miguel Barbosa Huerta, incluso a contracorriente de sus odiadores, se le reconoce esta nueva ponderación de lo nuestro, de los motivos colectivos de inspiración por lo que somos y fuimos.

El sacerdote Ángel de Jesús Paz y Puente, quien hasta su muerte en noviembre de 2018 estuvo al frente de la Parroquia de San Marcos Evangelista, en la capital poblana, me contó en una entrevista que el entonces gobernador Rafael Moreno Valle Rosas se refería como “ustedes los poblanos” a quienes se oponían a que, con obras frívolas y juegos mecánicos, se afectara la zona histórica de Los Fuertes, de la que su padre fue fundador, para conmemorar la Batalla del 5 de Mayo de 1862.

“Ahí hay sangre de nuestros héroes”, decía con entusiasmo el párroco, que nunca se dobló a las amenazas del entonces gobernador.

El genial escritor, también ya desaparecido, René Avilés Fabila, solía decir con sorna que el mandatario albiazul se sentía “más bien neoyorquino”.

Pero aquel político que falleció el 24 de diciembre de 2018 en un percance aéreo no era el único que sentía la “poblaneidad” como un “estorbo”.

Como él, hay y ha habido cientos que prefieren destacar sus raíces ibéricas, por ejemplo, que reconocerse como poblanos.

Hay una añeja colonia española en Puebla, efectivamente, y muchos de sus descendientes tienen comportamientos xenofóbicos respecto de su origen americano, mexicano y poblano.

A manera de broma, alguien compartió en redes sociales hace tiempo, a propósito de los movimientos separatistas en España, que “ya los vascos no quieren ser españoles; los catalanes ya no quieren ser españoles. Los únicos que quieren ser españoles son los poblanos”.

Habrá que agregar que se refieren a un puñado.

Hay una percepción de que lo poblano se siente fuerte de nuevo y con mucho orgullo.

La administración estatal lo ha destacado. Desde la arenga del gobernador, “¡Qué reviva Puebla!”, del 15 de septiembre de 2021; más la Marca Orgullo Puebla y la invitación a Tienes Ganas de Puebla, y en general en cada una de sus campañas, hay una esencia de revalorar lo poblano.

Poco hemos tenido en el pasado para sentirnos orgullosos de los políticos poblanos.

Muy pocos han tenido posiciones destacadas y además han sabido cumplir con dignidad sus encargos.

En los tiempos oscuros del caso Lydia Cacho, cuando el gobernador priísta Mario Plutarco Marín Torres, hoy preso en Cancún por tortura, se salvó de ser sancionado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) por violar los derechos fundamentales de la también escritora, no era muy conveniente decir que era uno de Puebla.

Recuerdo que en la redacción del ya desaparecido Diario Monitor, los dos poblanos que ahí trabajábamos fuimos objeto de bromas pesadas por ser paisanos del góber precioso.

Hoy es muy distinto, afortunadamente.

Casi al cerrar su discurso, el 22 junio, tras la inauguración de la Bandera Monumental en el Mausoleo a Ignacio Zaragoza, el mandatario expresó: “qué orgullo ser poblano”.

Suscribo.

 

@Alvaro_Rmz_V