No importa que durante años haya dedicado su tiempo a edificar una imagen de operador implacable, incluso más allá de los límites establecidos en la ley. Tampoco que haya infundido miedo y, hasta terror entre adversarios o propios.

Siempre al amparo del poder desmedido que heredó de su jefe político, muerto el 24 de diciembre de 2018, Rafael Moreno Valle Rosas, el ex gobernador que no cejó en su idea de convertirse en candidato a la presidencia por el Partido Acción Nacional.

Eukid N., interno en el penal federal de Durango, aprehendido en marzo de 2020 por el supuesto delito de extorsión se asume aún como un perseguido político, preso de conciencia de la Cuarta Transformación.

Así se lo hizo saber a la juez Rosa Celia Pérez González en la primera audiencia en la apertura del juicio el miércoles 7 por la imputación que lo llevó vivir la prisión preventiva oficiosa, según estableció el juzgador que conoció del caso al amparo de un conjunto de criterios indivisibles.

El detenido gozaba en ese entonces de cuantiosos recursos económicos. El flujo de efectivo del que disponía al momento de su aprehensión, podía haber sido escondido en la cisterna de algunos de sus domicilios, dijeron fuentes que conocieron de la investigación. Evitar un juicio y en encierro, era divisa para el imputado.

Una expresión nítida del poder económico e influencias incluso en el aparato de la propia Fiscalía General del Estado fue el audio que se divulgó en el que planea un boicot desde el penal de San Miguel, lo que dio origen a su traslado inmediato al de Tepexi de Rodríguez, previo al último destino en el sistema carcelario en Gómez Palacio, Durango.

“Tiene que haber consecuencias”, había advertido a sus interlocutores desde una celda en el penal, como si ordenara ajustes de cuentas instalado en la cúspide de la estructura de un grupo criminal.

Una segunda audiencia se celebró el viernes 9, y en ambas la imagen que proyectó es la reducción notable de talla y peso, con el corte de pelo a rape y ropa de color beige como el resto de la población carcelaria.

Narraron al autor de la columna quienes en Casa de Justicia vieron en primera persona ambas comparecencias, la semejanza con la emblemática fotografía del capo preso de por vida en Estados Unidos, Joaquín El Chapo Guzmán Loera, sorprende.

La juzgadora escuchó sin aspaviento la formulación de los alegatos de Castañón sobre su supuesta condición de perseguido del sistema, su inconformidad por permanecer en un penal a cientos de kilómetros de distancia de Puebla y la falta de comunicación presencial con su defensa.

Nadie pareció estar interesado en desacreditar las advertencias, amagos y amenazas vertidas a través del teléfono.

Nadie olvida, salvo el propio acusado, esas palabras: “Dile que si conoce el valle de las calacas y si no, se lo presento, le voy a mandar mis mensajeros, conmigo no se juega ¿eh? (…) Sé qué haces minuto a minuto, tú y el otro gato (…) los tengo intervenidos, me voy a dedicar el resto de mi vida a romperles la madre”.

 

@FerMaldonadoMX