La identidad individual y colectiva, que configuran la dinámica social en el ecosistema digital, generan vínculos que alteran el principio básico de la misma identidad y la responsabilidad se convierte en un uso utilitario al servicio del hedonismo cultural que deslumbra la supraindividualidad del ser.

En la globalización, el ciberespacio se convierte en un campo cultural con nuevas herramientas interactivas al servicio del usuario que consume y produce en la autopista de la información, pintando un panorama donde el entramado social se configura y remedia un conjunto de relaciones en red, interpretando al mundo digital de nueva manera.

En la individualidad de las personas, el tiempo y espacio en que vive determina la identidad cultural y la personalidad, singularizando sus rasgos personales a partir de la dinámica social; es decir, la colectividad. Por su parte, los atributos identitarios que existen en la individualidad son superpuestos a otros criterios que distinguen a las personas como nombre, profesión, bines, huellas dactiloscópicas, fotografías personales, identificaciones, tarjetas de cuentas bancarias y más datos filiatorios que origina el Estado para la identificación.

Estas asignaciones artificiales identitarias y sociales pueden ser modificadas con el paso del tiempo, por ejemplo, una persona pueda cambiar de domicilio, de empleo, estado civil, etcétera. Así, estos criterios de identificación son amorfos moldeables a los espacios urbanos según cada ciudad, estado o país.

Al amparo del ecosistema digital y su instrumentalización, el entorno digital es también llamado: el tercer entorno, pues la realidad social tiende a ser impulsado por la utilización misma de la tecnología que rompe la unicidad identitaria irrumpiendo en la conceptualización de la identidad personal y el deber ser.

Es decir, las dinámicas sociales que se configuran en la red superponen la identidad personal digital con la identidad personal domiciliaria; por ejemplo: el uso de correos electrónicos, nicknames para ingresar a comunidades digitales, perfiles sociodigitales con manejo remoto funcionan sin requerir la presencia física trascendiendo las barreras territoriales ofreciendo un banquete de identidades representacionales.

Por lo anterior, el tercer entorno: aunque las personas conviven simultáneamente en los tres entornos, se convierte en un territorio que clama la humanización y reflexión profunda de la alienación y la unidimensionalidad del discurso tecnofílico corporativista que enaltece la visión empresarial y la de la algoritmización de la vida con fines capitalistas.

 

@cm_ramoslinares

Ecosistema Digital