Nadie podrá estar en desacuerdo con el próximo coordinador de los diputados del Partido Acción Nacional en el Congreso, Rafael Micalco Méndez, sobre la presencia de perfiles en Morena que antes lo fueron de Acción Nacional.

No debilitan a ese partido fundado por don Manuel Gómez Morín, porque ya está profundamente expuesto a una eventual derrota en la futura elección presidencial y para la gubernatura de Puebla, según los distintos estudios demoscópicos públicos y de consumo interno.

Si el escenario fuera inverso a este contexto, seguro Mario Rincón González y Fernando Manzanilla Prieto, dos morenovallistas vergonzantes, estarían en la pepena al amparo de Acción Nacional.

La existencia de mercenarios, como estos dos neomorenistas, se explica a la luz del oportunismo en todas las franquicias partidistas, hasta en el doctrinario PAN. La importación de personajes que antes militaron en el PRI y luego encontraron puerta franca en el aparato que antes fue el opositor a los abusos históricos del que fundó Plutarco Elías Calles ha sido pecado capital.

El caudillo en el que convirtieron a Rafael Moreno Valle, al derrotar al partido en el que creció políticamente su familia, fue quien importó a Rincón y Manzanilla. Panistas no fueron como tampoco son expresión legítima de la izquierda, pero ahí están.

Es preciso tener memoria. Moreno Valle Rosas los integró y hubo cuadros y dirigentes que decidieron callar; otros hasta aplaudieron el momento en que a estos dos personajes se les entregaron cargos, dinero y negocios.

Ambos buscan ahora encontrar acomodo en proyectos antagónicos en Morena: Rincón con Alejandro Armenta; Manzanilla con Ignacio Mier. No es la causa auténtica lo que los inspira a reclutarse en las antípodas del PAN, sino el dinero, el negocio y los cargos que alimentan el poder.

Armenta y Mier están por cometer el atropello más grande al credo de López Obrador, al dejar la puerta abierta a estos dos oportunistas de la política que vienen del periodo más siniestro del PRI y el más oscuro del panismo.

El no robar, no mentir y no traicionar será pronto una ingeniosa frase de ornato en las oficinas que ambos habiten en el futuro, instalados en el gobierno si sus respectivos proyectos transitan al triunfo en 2024, porque la simulación ha sido su constante.

La película es la misma que ya se vio en Acción Nacional: habrá cuadros dirigentes en Morena que callarán, por conveniencia; otros van a aplaudir y pocos, casi ninguno, se irá con la dignidad en las alforjas.

No es del todo agradable para cuadros dirigentes y militantes químicamente puros en el PAN reconocer que se alejan cada vez más de los electores y que la presencia de los dos tránsfugas es absolutamente irrelevante.

El periodista Jesús Olmos tuvo el olfato para poner en relieve un evento fugaz, pero bochornoso: Ana Teresa Aranda -la permanente opositora- y Mario Riestra -morenovallista- estallaron en aplausos cuando Margarita Zavala, desde San Lázaro, defendió a su desacreditado marido, Felipe Calderón, y en defensa del régimen que tuvo como eje central contra el crimen organizado a quien por estos días es juzgado por esos delitos en Nueva York, Genaro García Luna.

Es difícil, por incómodo, advertir que no las tienen fáciles frente a la maquinaria electoral del partido en el poder ante la futura elección presidencial y estatal. Aún más chocante debe ser tener que admitir que les hace falta un Moreno Valle y sus rémoras. Con o sin estos dos perfiles, el PAN tendrá dificultades mayúsculas en el futuro.

 

Parabolica.mx

 

Fernando Maldonado