Por: Isaac Emmanuel Palestina Duarte

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Cuando Benito Juárez asumió la Presidencia de la República en la Cámara De Diputados, Guadalupe Victoria, distinguido liberal de la primera mitad del siglo XIX le colocó la banda presidencial.

Era un hecho de fuerza simbólica, José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, mismo que cambió su nombre a Guadalupe Victoria, fue el primer presidente de México, liberal, federalista y masón, defendió nuestra soberanía y cuando Antonio López de Santa Anna perdió la mitad de nuestro territorio, él como vicepresidente, asumió la Presidencia de la República.

El poder de los símbolos es importante para Andrés Manuel López Obrador, por ello, en 2018 cuando llegó al poder, la Presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara De Diputados la asumió Porfirio Muñoz Ledo y en consecuencia fue quien le colocó la banda presidencial, como si fuera, al igual que Juárez, una forma de pasarle la batuta histórica de la lucha por la democracia y la defensa de la vida republicana del país.

Este planteamiento le hice a Muñoz Ledo en una conferencia magistral en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), a lo que contestó, que yo era muy gentil con él; Muñoz Ledo, lo fue todo salvo presidente y como él, solo Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel Bartlet e Ifigenia Martínez.

Sin embargo, en algo se diferenció Muñoz Ledo de Guadalupe Victoria, pues en 2019, Porfirio Muñoz Ledo intentó reelegirse como Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, sin embargo, la oposición no se lo permitió, aunque hoy digan que siempre lo respetaron, eso es falso, el PRI, el PAN y el PRD, lo denostaron, excluyeron y combatieron.

En 2020 Porfirio buscó la Presidencia de Morena y perdió ante Mario Delgado, en 2021 Muñoz Ledo no logró ser considerado en la lista de diputados plurinominales y desde entonces, Muñoz Ledo inició una dinámica de su estilo político.

Esta remembranza es un acto de reconocimiento a su trayectoria, porque a través de la historia, se le pude admirar, en ocasiones rechazar, pero siempre habrá algo que decir de él, sin embargo, su mejor retrato quizá haya quedado plasmado en su aparición en la novela de Vicente Leñero, Los periodistas, como un joven funcionario que amenazaba con un jaibolero de whisky en la mano.