Renan se enfrentó a asaltantes en Brasil defendiendo su sueño de ver a Taylor Swift, Ingrid denuncia “abuso” en México por los costosos boletos, Iara hace fila desde hace meses en Argentina para asegurar el mejor lugar en su concierto.

América Latina aguarda a la superestrella pop con fervor y también con frustración: muchos admiradores son jóvenes y con precariedad económica, pese a lo cual asumen el elevado costo de los boletos y no se resignan ante aparentes irregularidades en la venta.

Disfrutar de “Eras“, la primera verdadera gira de la estadounidense en la región –participó en eventos puntuales en México en 2011 y Brasil en 2012– se convierte así en una costosa odisea.

En Río de Janeiro, Renan Rodrigues, DJ de 24 años, acampó varias noches frente a la taquilla del estadio Nilton Santos, donde Swift se presentará del 17 al 19 de noviembre.

DJ Firmino, conocido por musicalizar fiestas temáticas de los “swifties” (apodo de los fans), consiguió entradas para los tres recitales, pero recibió un botellazo en la cabeza por resistirse a un asalto durante su guardia.

“Querían llevarse mi celular, y dentro de la funda estaba mi tarjeta del único banco autorizado para la preventa. Sólo pensé: no se llevarán mi tarjeta”, relató Rodrigues, quien sufrió heridas superficiales.

Los boletos en Brasil cuestan entre 35 y 468 dólares. En México, los fans deben desembolsar más: entre 55 y 614 dólares, en un país donde los jóvenes cobran un sueldo promedio de 366 dólares mensuales, según datos oficiales.

Ingrid Cruz, fundadora del club oficial de fans mexicanos, lamenta que les tocaran las entradas más caras de la región pues cree que se priorizó vender “paquetes VIP” antes que pases sencillos.

El paquete más costoso en México vale 959 dólares, contra 613 en Argentina. “Fue demasiado abuso”, asevera.

“Swifties” mexicanos cuestionaron el sistema de preventa para los cuatro conciertos en Ciudad de México, que arrancarán este jueves, basado en un registro previo de “fans verificados” mediante correo electrónico.

Irónicamente, Joel Aguilar, creador de Taylor Swift MX, fanpage con unos 20 mil seguidores de 20 países, nunca recibió el link exclusivo para comprarlos.

“Ninguno de los correos fue seleccionado”, cuenta el joven de 26 años, cuyos familiares y amigos se registraron para ayudarlo. Apenas consiguió entrada de última fila.

Denisse Castro, de 26 años y seis meses desempleada, hizo malabares para forjar un historial crediticio y obtener la tarjeta del banco patrocinador del concierto.

Para su infortunio, el banco restringió recientemente la financiación de los boletos. “Está horrible”, lamenta Denisse, que acabó adquiriendo los más baratos.

Las quejas en México incluyen clonación de boletos, demoras en reembolsos y falta de mecanismos de conciliación con clientes, detalla Maximilian Murck, cofundador de Tec-Check, organización defensora de consumidores en línea.

En Buenos Aires, un grupo de fans montó un campamento en junio afuera del estadio de River, cinco meses antes del concierto, para quedar cerca del escenario. Deben cumplir una regla: pasar 28 horas mensuales en las carpas hasta sumar unas 200 y asegurar su lugar.

“Va a ser un furor total”, prevé Iara Palavencino, una de las campistas. “Yo por Taylor, la vida”. En Argentina las entradas se agotaron rápidamente, pese a la grave crisis económica.