La ciudad de Puebla ha sido hogar de muchos personajes entrañables en su historia, tal es el caso de César, El León Bizco, que vivió en el Zoológico del Paseo Bravo, famoso por orinar a las personas que se acercaban a su jaula.

“Tal era la reacción del felino a la invasión de su espacio vital que, incluso, los que conocían los hábitos de César hacían que los no iniciados se acercaran a la jaula para recibir un gran baño de orina”, narró el historiador Eduardo Merlo.

Además, Doña Micaela, una mujer de 70 años, oriunda de la zona del Paseo Bravo, narró que familiares de ella llevaron el nombre de César, en honor a esta peculiar bestia felina.

Muy pocas personas recuerdan el zoológico que alguna vez existió; sólo los capitalinos que ahora tienen de 50 años en adelante, quienes de niños pudieron hacer divertidos sus fines de semana o las tardes entre semana, luego de la escuela, en este emblemático lugar, al cual el también antropólogo y profesor de la UPAEP llamó “el Chapultepec Chiquito.

Puebla, por su ubicación, belleza y arquitectura, es una de las urbes más tradicionales del país, llena de espacios para locales y visitantes, como es el caso del Paseo Bravo, que dio espacio a un Zoológico, el cual luego de 31 años fue cerrado, principalmente por ser muy pequeño e inadecuado para los animales, además de que se volvió un problema sanitario para el año de 1974.

“El zoológico municipal y el parque infantil fueron inaugurados en febrero de 1943, durante la presidencia municipal de Juan Manuel Treviño, para que luego de 31 años, en 1974, cerrara sus puertas y se entregará en custodia a los animales a Africam Safari, espacio de presentación de la vida salvaje, el cual inició sus operaciones dos años antes”, recordó.

En el parque hubo osos, venados, pumas, avestruces, zorros, serpientes, monos araña, un cocodrilo, una zorra roja, gatos siameses y además un serpentario, donde también había arañas.

En sus mejores épocas, este espacio de recreo se integró, además del zoológico, de un parque infantil, un museo de historia natural, un acuario y un transporte infantil, que era un trenecito.

Al respecto, Doña Micaela narró que cuando era chica, desde la primera vez que la llevaron sus papás, a mediados de la década de los años 50 del Siglo XX, quedó maravillada por los animales.

Sobre quienes asistían al Zoológico y al Paseo Bravo, la mujer narró que iban familias de clase media y baja, en tanto que el Zócalo era para la clase acomodada de la Puebla de los años 50 a 70.

“Íbamos la gente media y pobres, decían que ahí es donde iban a agarrar esposa los albañiles y también iban las muchachas que trabajaban en La Paz, la zona residencial, y la gente de dinero que iba al zoológico, no se quería codear con los demás”, dijo doña Micaela.

En coincidencia, Eduardo Merlo corroboró que “la gente rica, los ‘fifí‘ de antes, se paseaban en el Zócalo, y la gente que no tenía recursos lo agarraba; durante mucho tiempo, la gente humilde se paseaba ahí, hasta que las plazas comerciales acabaron con eso”.

– ¿Así como la Ciudad de México tiene Chapultepec, Puebla tenía el Zoológico del Paseo Bravo?

– Así es, un Chapultepec chiquito.

César, El León, llegó a ser una figura importante en la vida cotidiana, por ser una criatura poco vista en aquella época en esta zona del país, a lo cual se le sumaba que era bizco, pero el poblano no era manso, ya que sus rugidos nocturnos causaron desvelos a los vecinos de la zona. A tal grado llegó a ser entrañable que hubo poblanos bautizados con ese nombre.

Sobre las reacciones del león cuando algún atrevido invadía su espacio, Eduardo Merlo narró: “Uno hacia bromas con los amigos o los familiares de fuera, que no sabían y les decían ‘no quieres conocer a nuestro león, acércate, acércate más para que veas cómo cambia los ojos bizcos’ y cuando caía el inocente, ¡riájatelas compadre!, el león alzaba la pata y lo bañaba”.

– ¿Tenía tino el león?

– Le daba a la gente.

Por ARTURO CRAVIOTO

Fotos PUEBLA ANTIGUA

GJGJ

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