Foto: Archivo CENHCH

“Vive, sueña, pugna juventud por alcanzar honor y excelsitud”, son las palabras que estudiantes del Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec (CENHCH) cantan en el himno de una de las escuelas con más tradición en la capital de Puebla.

Con el paso de los años, se ha convertido en un referente de la educación pública de Puebla, al formar parte del sistema de Centros Escolares del estado.

Cuenta con un Centro de Desarrollo Infantil (CENDI), primaria, secundaria, preparatoria y una escuela de enseñanzas especiales y de capacitación industrial.

En 24 HORAS PUEBLA presentamos la historia de esta institución, que durante 67 años ha educado a miles de poblanos y poblanas.

ORIGEN

Fue inspiración del exgobernador Rafael Ávila Camacho, como parte de una estrategia para aumentar las escuelas de educación básica en Puebla.

El CENHCH es parte del sistema educativo de centro escolares y fue uno de los primeros en iniciar sus funciones. La construcción del complejo, que se encuentra en la calle 10 Sur número 1501, en la colonia El Ángel, inició en 1955.

La inversión en aquél entonces fue de 13 millones de pesos, de los cuales ocho millones fueron aportados por el gobierno de Ávila Camacho y cinco millones más fueron una donación de la fundación Mary Street Jenkins.

Formalmente, el CENHCH inició sus operaciones el 15 de enero de 1957, pero fue hasta el 18 de febrero de 1957 que abrió sus puertas al alumnado poblano. Contó con 3 mil 259 alumnos y 398 profesores, administrativos, técnicos y personal del servicio en su arranque.

Actualmente es una de las instituciones públicas con mejores instalaciones, ya que cuenta con un patio de honor, cancha de fútbol y pista de atletismo, así como alberca, canchas centrales y una biblioteca.

ES IDENTIDAD

Quienes forman parte del CENHCH no solo se sienten orgullosos de sus instalaciones, sino de la identidad que se ha construido alrededor de esta institución. Sobresale no solo por su nivel educativo, sino por su famosa banda de guerra, la de música y grupos de animación.

La banda de guerra, llamada “Águilas Reales del CENHCH”, y el panderos “Damas Reales” forman parte, año con año, de los desfiles cívicos que se realizan en Puebla, como el de la Batalla del 5 de Mayo.

De acuerdo con la institución, estas agrupaciones enseñan arte, educación física, formación cívica y educación socio emocional. Lo anterior, porque dentro de sus lemas está la disciplina, honor y lealtad.

La banda de música, llamada “Aguiluchos”, se fundó en 1959 gracias a la donación de instrumentos del entonces secretario de Gobernación federal y posterior presidente de la República de origen poblano, Gustavo Díaz Ordaz.

Los “Aguiluchos” fueron la primera “marching band” de tipo americana en existir en todo México; ha participado en eventos internacionales, como la Copa Mundial de fútbol de 1970 y el International Wind Music en Dalian, China en 2018.

Así como en el Desfile de las Rosas en Pasadena, California; el Citrus Parade, en Orlando, Florida; así como en el Festival Internacionales Bande Musicali e Majorettes en Giulianova, Italia.

También formó parte de eventos nacionales, como los festejos del Bicentenario de la Independencia de México y los desfiles conmemorativos del 20 de Noviembre.

RECUERDO CARIÑOSO

En entrevista con 24 HORAS PUEBLA, la exestudiante Nahomi Sánchez Puente relató su experiencia al estudiar en este Centro Escolar.

Compartió que las y los estudiantes tienen la oportunidad de vivir experiencias únicas, como ceremonias con personalidades importantes. Incluso, recordó que en su graduación de secundaria dio un concierto el dueto de pop Ha-Ash.

“Tenían natación, tenían clubes de baloncesto, tenían clubes de porras, entonces tenía una identidad muy marcada que te hacía sentir parte de y no solamente una escuela”, indicó.

Explicó que a los 8 años fue cambiada de escuela y notó que su nivel académico era mayor al de la nueva escuela primaria en la que estudiaba. Lo anterior, incluso, pese a que dentro del CENHCH sentía que tenía un nivel promedio respecto a otros estudiantes de su salón.

“Yo ya sabía hacer cosas que mis compañeros, entonces fue bastante curioso”, relató.

Tras permanecer cuatro años fuera del CENHCH, regresó a esta escuela, pues el ambiente y las instalaciones era lo que más le gustaba.

Mencionó que, al contar con un gran terreno, los estudiantes pueden jugar y explorar espacios alejados de la multitud, lo cual, sobre todo en la adolescencia, les resulta hasta liberador.

“No por hacer cosas malas o cosas que no se pudieran hacer a esa edad, te daban la oportunidad de vivir esa ‘rebeldía sana’, de tener tu espacio (…) las instalaciones y las amistades que haces ahí te cambian muchísimo”, concluyó.

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