En Morena, tanto a nivel nacional como en lo local, ninguna unción o proceso interno es fácil.

Es el juego de estirar la liga sin romperla.

Sea el cargo más importante como la Presidencia de la República o el más pequeño como una regiduría, cada asignación de una candidatura representa un nuevo conflicto al seno del Movimiento Regeneración Nacional, sin importar que el partido lopezobradorista posee de medicinas suficientes para “sanar a los heridos”.

Tan solo hay que revisar las listas de inscritos en cada distritos federal, local o alcaldía para darnos una idea del desorden que se vive al interior del instituto político, que desde el 2018 ha venido arrasando con todos los cargos de elección popular a tal grado de gobernar en 23 de las 32 entidades del país.

Sean “puros” o “neolopezobradoristas, “duros” o “chapulines”, “obradoristas” o “tránsfugas”, todos se sienten con el derecho de reclamar una parte del botín político que se aprestan a asaltar en los comicios del 2 de junio.

La ideología y las convicciones es lo de menos cuando lo más importante es asegurar hueso para los próximos 3 o 6 años.

Desde él o la aspirante con el capital político más sólido hasta la o el político más marginal, todos buscan una tajada del pastel cuatrotesista y sumarse al que se supone es el barco ganador, que lleva como capitana a Claudia Sheinbaum.

El que respira, aspira.

Tras el destape de Pepe Chedraui como candidato a la alcaldía de Puebla capital y la designación de los 26 candidatos y candidatas a las diputaciones locales, se esperaba que la unción de las y los abanderados en los municipios más importantes del estado se daría en cascada.

Nada más alejado de la realidad.

Cada localidad vive su propio “infierno”.

El caso más simbólico es el del Atlixco, la entidad más importante que Morena logró ganar en las elecciones intermedias del 2021, mismas en las que el partido lopezobradorista sufrió un durísimo revés al perder las alcaldías de la capital y la zona metropolitana que había conquistado tres años antes, pues aunque Ariadna Ayala tiene todos los méritos para reclamar la búsqueda de su reelección, su candidatura –por increíble que parezca– no está asegurada y hasta el Movimiento Regeneración Nacional está pensando en romper la alianza con el PT.

Lo mismo sucede en San Andrés y San Pedro Cholula, municipios en donde los procesos internos se han vuelto un foco rojo para para la dirigencia estatal de Olga Romero Garci-Crespo y para el delegado metropolitano del CEN marrón, el senador José Ramón Enríquez.

En San Pedro Cholula, todo indicaba que la mesa estaba puesta para Tonantzin Fernández, quien desde el 2018 viene buscando la candidatura a la alcaldía, ya que su cercanía con Julio Huerta y el gobernador Sergio Salomón Céspedes y su gran trabajo de tierra la colocaban en una posición natural para abanderar a la coalición Sigamos Haciendo Historia en el municipio, pero ahora las versiones de aquella localidad apuntan a que la contienda ahora está cerrada entre Luis Alberto Arriaga y Nayeli Salvatori.

Fernández Díaz reclama que, por género, la posición le corresponde ahora a una mujer, luego de que en los dos comicios anteriores fueron hombres (Arriaga Lila y Julio Lorenzini) en los que recayó la candidatura morenista en San Pedro, pero este argumento ya vimos que poco vale en la toma de decisiones en la mesa política de la alianza Morena, PT, PVEM, Nueva Alianza y FXM.

A la fecha, la moneda sigue en el aire en el municipio cholulteca, mientras en el bloque opositor todo parece ya solucionado para Roxana Luna, quien será la candidata del PAN y PRD, con la esperanza de que el PRI no rompa el acuerdo de coalición, como ya amagó el vilipendiado líder tricolor, Néstor Camarillo.

Una situación similar se vive en San Andrés Cholula.

Si bien la candidatura de Karina Pérez Popoca a la diputación federal por el Distrito 10 representaba una válvula de escape para la unción del cuadro que le peleará al PAN la alcaldía sanandreseña, esto se quedó en un simple supuesto y una intención de buenos deseos.

Hasta hace un par de semanas –el mismo escenario que en San Pedro y con Tonantzin Fernández–, estaba todo ya amarrado para que Miguel Ángel Huepa se hiciera de la candidatura a la alcaldía de San Andrés, sin embargo, ahora ya tampoco es segura la postulación del exedil que busca regresar al cargo bajo las siglas y colores del Movimiento Regeneración Nacional.

Las amenazas de rompimiento de Pérez Popoca, los deprimentes amagos del “Morenacho” Ray Cuautli, así como las adhesiones que ha logrado en los últimos días Víctor Coreau Galeazzi de los llamados “lopezobradoristas” de San Andrés, han complicado la designación del candidato en este municipio.

Morena no sale de una para entrar en otra.

El poder no solo iguala, también obsesiona y confunde.

¿Quién puede asegurar que ya tiene una candidatura amarrada en la 4T?

Absolutamente nadie.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *