Especial
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La satisfacción de entregarle a las familias el cuerpo de su ser querido en caso de algún desastre y, al mismo tiempo, contribuir para que le den un último adiós es el motor de los rescatistas del grupo de binomios de la Cruz Roja de Puebla. 

Así lo comentó Juan Gutiérrez Álvarez, del área de Binomios de Búsqueda y Rescate SAR K9 de la Cruz Roja Mexicana en Puebla, quien contó en entrevista para 24 HORAS PUEBLA que a lo largo de sus 12 años de servicio vio aumentar de tres a 14 los perros rescatistas. 

De dichos caninos, cinco cuentan con certificaciones para labores de búsqueda de personas, por ello, lograron acudir al Colegio Rébsamen, colapsado por el sismo del 19 de septiembre de 2017, en Ciudad de México, donde perdieron la vida 26 personas, entre ellas 19 niños. 

Los canes Maia y Luna colaboraron en las tareas para hallar el cuerpo de una maestra y de tres estudiantes.

Si bien no es lo ideal hallar personas muertas, comentó, “no hay palabras” para describir la satisfacción que genera encontrar a alguien cuya familia esperaba despedirse.

“Van a tener a quién llorarle y a dónde llorarle, es mejor a que digan ‘se perdió y jamás supimos dónde’”, explicó.

“Son sentimientos encontrados porque sientes la alegría de que tu perro marcó y efectivamente había algo ahí, pero nosotros siempre queremos que sean vivos y no muertos”, se sinceró Juan Gutiérrez Álvarez.

Trabajan por salvar vidas

Los perros rescatistas de la Cruz Roja pertenecen a sus manejadores, por lo que también se encargan de los gastos veterinarios: “muchos gastos los afrontamos nosotros como cualquier otra mascota, pero hay otras más como por ejemplo el alimento en los cuales nos apoyan”, comentó. 

Dijo que es tal la cercanía que generan con los ejemplares, que aprenden a comunicarse entre sí con señales y sus muertes duelen, como es el caso de Hunter, quien compartió 12 años con él en el voluntariado. 

Explicó que generalmente, desde cachorros les hacen test para saber si son aptos para las labores de búsqueda, una vez que cuentan con el cuadro de vacunas completo, inician su preparación para sentir distintos tipos terrenos y distintos ruidos que podrían encontrar en un desastre real. 

En su caso, cuenta con Canela, una hembra que tiene casi cinco años y Maia de ocho años, perrita certificada en el rescate en estructuras colapsadas y búsqueda de personas en la montaña sin referencia de olor.  

Dijo que, si bien los binomios caninos son los más mediáticos, dijo que cada uno de los y las voluntarias en la Cruz Roja Mexicana son indispensables.

Reconoció el trabajo de personas operadoras, personal de salud y personas operativo, pues, consideró, sin cada una de estas áreas, no podría funcionar la institución. 

“La Cruz Roja es tan grande, que tiene espacio para todos, si todos quisieran decir ‘yo quiero ser voluntario’ podrían entrar, para el contador, el que estudió comunicación, para todos”, añadió. 

Día mundial de la Cruz Roja

Cada 8 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Cruz Roja, en recuerdo al aniversario del nacimiento del fundador del Comité Internacional, Henry Dunant. 

Aunque en México hubo intentos por establecer su llegada en 1898, fue hasta 1907 que el presidente Porfirio Díaz Mori expidió el decreto con el que el país se adhirió a la Convención de Ginebra de 1864 para la atención de heridos de guerra.

En Puebla, la historia del Hospital Cruz Roja Mexicana comenzó el 17 de octubre de 1957 con la ayuda de la Fundación Mary Street Jenkins.

De acuerdo con el sitio de internet de la institución, “existen dos personajes importantes en el hospital, en la formación de médicos y enfermeras en el estado de Puebla, el doctor Raúl Gil y Anaya, quien se desempeñó como médico ginecólogo y, posteriormente, director médico; y Sor Martha (Orden de las Josefinas) quien trabajó en la atención a pacientes y en la enseñanza de cuidados de enfermería”.

En la década de los 80, con Valentín Diez como presidente del Consejo Directivo, se mejoró la infraestructura y se ampliaron los servicios.

Entre otras cosas, se creó el programa de Banco de Córneas, el Banco de Sangre, se compró el primer tomógrafo y se adquirió el elevador que sigue en el nosocomio.

Por: Paola Macuitl Gallardo

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