Alejandro Cortés
Alejandro Cortés

El Edificio María es todo un hito de la arquitectura poblana, no sólo por su construcción, la cual implementó las técnicas más modernas, sino que fue el primer inmueble diseñado para las oficinas y la productividad de la primera mitad del Siglo XX en la Ciudad de Puebla.

Al respecto, la experta en Patrimonio Histórico Edificado de la UPAEP, Dolores Dib Álvarez, detalló que el inmueble representa la transición de la Puebla colonial a la Puebla moderna.

Destacó que el Edificio María, además de sus innovaciones en la construcción y en su enfoque, es considerado el primer rascacielos de la capital.

Con sus seis pisos de altura, impresionó a locales y visitantes, en una época de grandes cambios culturales, científicos, tecnológicos y arquitectónicos, los cuales marcaron su impronta en la vida cotidiana de la Angelópolis.

Al recordar la historia y origen del inmueble, Dolores Dib detalló que fue una construcción muy rápida, “se empezó en 1947 y se terminó en 1948, es decir, más o menos fue como un año y medio de construcción; realmente fue muy rápido.” 

Resaltó que antes de la construcción del inmueble, en el sitio existían otros predios que fueron adquiridos por el empresario textil, Rafael Miranda Reguero, el constructor y dueño original del Edificio María.

“Previamente ya había otras construcciones que, finalmente le permitieron demoler; se dice que había una panadería y también un despacho de otras personas, pero el señor Miranda los compró y se demolieron para hacer la construcción del Edificio María”.

Detalló que Rafael Miranda era español, “pero vivía aquí en la ciudad de Puebla y él tuvo la inquietud de hacer un edificio para rentar, pero para hacerlo de oficinas, este no fue un edificio habitacional, sino para el trabajo”. 

Abundó que la esposa de Miranda Reguero era parienta de unos ingenieros “muy afamados” de la Ciudad de México.

“Entonces, le hicieron el proyecto, el ingeniero Bernardo Calderón Caso y el ingeniero Antonio Ortiz Monastir, quienes fueron muy famosos porque hicieron muchas obras también en la Ciudad de México. diseñaron y construyeron el edificio bajo el estilo neocolonial y neobarroco, que eran tendencias que estaban de moda en estas épocas, en la primera mitad del siglo XX”.

Agregó que “el señor Miranda era muy católico, muy religioso, y pensó desde luego decir, el edificio se va a llamar de María Santísima, pero las autoridades no le permitieron ponerle así, entonces se le quedó nada más Edificio María”.

Luego del diseño del inmueble, Dib Álvarez destacó que “como tenían mucho trabajo en varios estados, no pudieron realizar la obra. Presentaron dos proyectos de diseño, uno que era un edificio modernista y otro con esta tendencia neocolonial, entonces decidieron que fuera el neocolonial porque, además, se integra muy bien al entorno del Centro Histórico”.

-El modernismo ¿sería el Art Decó?

-Sería la tendencia del Art Decó, pero, también, el neocolonial pues estaba ahí y es el que ganó, el que escogieron, porque además se integra más al entorno, aunque es un edificio alto, pero de alguna manera se integra al espacio”. 

Agregó que, al no poder llevar a cabo la obra, es que se contactó al despacho del arquitecto Miguel Pavón Rivero y del ingeniero Marcos Mastretta, “que fueron los encargados de hacer la obra, este despacho, desde luego, el arquitecto Pavón Rivero fue muy importante para Puebla, además fue un gran maestro, hizo muchos planes de desarrollo urbano para la ciudad, y estaba asociado con el ingeniero Marcos Mastretta Arista, personas muy conocidas y respetadas de nuestra ciudad, tanto como personas, como por su actividad profesional”.

Sobre la lista de sus propietarios, Dolores Dib narró que posteriormente a su construcción, Rafael Miranda, en 1953, vendió el Edificio María “para que el recurso se dividiera entre sus hermanos; lo compró un señor llamado don Pedro Pumarada que también era una persona importante de la ciudad y cuando él muere, se lo hereda a sus trabajadores, para que luego éstos se lo vendieran a un señor llamado Don Juan Naudes”.

Finalmente destacó que el edificio terminó fraccionándose para venderse bajo el régimen de condominio, “cada quien es dueño de su oficina”. 

ESTRUCTURA Y ESTILO 

Sobre la estructura y diseño del enorme inmueble, Dolores Dib Álvarez lo describió como un edificio que “tuvo los sistemas constructivos más modernos, puesto que tiene trabes de hierro, concreto, o sea, ya tiene la jaula moderna y todo lo que hacen a un edificio de su época, como el Empire State, en Nueva York”. 

Abundó que para el inmueble se “utilizaron los mejores materiales, las piedras como el ónix, que eso es una característica muy interesante del interior y todo lo que utilizaron fue de lo mejor; además, los elevadores, de gran calidad y belleza, siguen siendo los mismos todavía, pues funcionan muy bien”.

Además, la especialista en Patrimonio Histórico Edificado catalogó al Edificio María como un complejo muy elegante, “pues, como vemos, tiene seis niveles, planta baja y luego arriba que se van reduciendo un poco hacia el cuarto nivel; tiene una fachada muy bonita, con su acceso, un portón marcado en cantera y una puerta de hierro muy bonita (…), tiene todo un remate muy neobarroco, con unos florones y como está justo en una esquina, permite tener una perspectiva buena”.

En cuanto al interior, resaltó que tiene gran elegancia, podríamos decir, se utilizó ónix, se utilizó madera para revestir algunas de esas trabes y tiene también elementos de cantería; la escalera es de cantera negra junta a la entrada del vestíbulo

Detalló que originalmente el piso del vestíbulo era de linóleo, para luego ser cambiado por mármol; además “tiene los balcones, herrería y pues también una gran altura, hasta arriba tiene una gran visibilidad, tiene los dos elevadores, uno a cada lado, sigue siendo un icono muy importante de la arquitectura del Siglo XX en la ciudad”.

Recordó que originalmente el Edificio María contaba con 58 despachos y dos locales comerciales de la planta baja, “locales comerciales muy grandes que, bueno, con el tiempo han ido cambiando, sí, ahorita hay uno grande, una farmacia enorme, antes era un banco, ha habido un montón de cosas en ese lugar”. 

APORTACIÓN 

Sobre su valor y aporte al urbanismo y al paisaje arquitectónico de la capital poblana, Dib Álvarez destacó que es uno de los edificios de finales de la primera mitad del siglo XX, ya construido con toda la tecnología de la época moderna, siguiendo una de las corrientes específicas de esos años, que es el Neocolonial y, por ejemplo, arriba de la fachada principal tiene un gran balcón de hierro con unos roleos muy reminiscentes del barroco, es un icono por todas estas características.

Además, Dolores Dib lo reconoció como un edificio importante para la época, para cubrir la necesidad de oficinas y espacios de trabajo en el primer cuadro poblano, ya que generalmente ese tipo de inmuebles se concebían para casa habitación y no oficinas.

Por: Arturo Cravioto

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