Juan Norberto Lerma

El cuento El ahogado más hermoso del mundo, de Gabriel García Márquez, es un texto lleno de color, en el que se refleja el ambiente caribeño. En la primera escena vemos a unos niños que juegan en la orilla de la playa, de pronto, ven a lo lejos un bulto que a ellos se les figura un barco.

Esos niños son los que despiertan la imaginación de todo el pueblo, pues revisten el descubrimiento de aquel cuerpo con la maravilla de lo fantástico. Algo que hubiera sido un hecho trágico y lamentable, con la intermediación de los niños se convierte en algo llevadero, y además en una situación casi mágica y memorable.

Momentos después, el mar acerca a tierra el cuerpo de un hombre desconocido, los niños no encuentran mucha diferencia entre un barco y un ahogado y lo toman como un juguete. Con candidez y sin malas intenciones, lo comienzan a enterrar y desenterrar. Los hombres de esa isla ven a los niños entretenidos en su juego, y enseguida corren a quitarles el cuerpo. Los hombres lo observan, le miran los rasgos para ver si le encuentran algún parecido que reconozcan, se miran entre ellos y concluyen que el hombre no pertenecía a su comunidad.

La población se congrega alrededor del ahogado, tal como si fuera un personaje al que se le debieran rendir honores, y como si en realidad se tratara de la visita de una persona a quien nunca creyeron poder mirar de cerca. Al principio lo miran con curiosidad, pero enseguida comienzan a admirarlo.

Los hombres del pueblo les encargan el cuerpo del ahogado a las mujeres, en lo que ellos van a las poblaciones vecinas a preguntar si el hombre es de alguna de esas localidades.

Con el cuerpo de aquel hombre en su poder, a las mujeres les parece que las ropas, los rasgos, las manos robustas y blancas, les comienzan a contar la historia de la vida de aquel sujeto, y ellas están tan arrobadas con el ahogado que casi podrían contar varias historias de él, y hasta su biografía.

Conforme lo limpian, las mujeres se dan cuenta de que físicamente el hombre es más grande que cualquiera de los habitantes de aquella isla, el ahogado apenas cabe en algunas de las puertas de las casas, y no hay cama ni mesa normales que soporten su cuerpo endurecido.

Además, le descubren en la piel y el cabello vegetaciones, ramas, lodo, y se imaginan que es un hombre que ha recorrido todos los océanos del mundo. Cuando terminan de limpiarlo, las mujeres descubren que no sólo es más grande que los hombres de la isla, sino también el más varonil que hayan visto en sus vidas. Le adjudican no sólo virtudes físicas, sino también morales, y entonces descubren que el ahogado sobrelleva la muerte con altivez y decoro, que no es soberbio ni altivo y que seguramente murió de una forma digna.

En lo que los hombres regresan de las islas vecinas, a donde fueron a averiguar si el ahogado era de alguna de esas poblaciones, las mujeres le fabrican una vida pasada al cuerpo que tienen bajo su cuidado. Casi como si fuera un bautizo, las mujeres le dan al ahogado un nombre, y de esa forma lo sienten más cercano a ellas, más accesible y familiar.

Entre todas las mujeres de la isla, construyen una historia en la que el hombre aparece con una figura vigorosa, enérgica, y le atribuyen capacidades que rebasan las de los hombres de su comunidad. Es tan grande la admiración que el ahogado les produce, que las mujeres piensan que cuando iba a pescar, a aquel hombre le habría bastado ordenarles a los peces que brincaran al cesto o a la barca y que lo habrían obedecido.

Como a los héroes antiguos y a los personajes de mayor valor social, las mujeres le fabrican al ahogado ropas especiales y fantasean con su aspecto.

Los hombres regresan de las poblaciones vecinas con la noticia de que el ahogado no les pertenece. Con respeto y dedicación, los hombres comienzan a preparar el funeral del ahogado. Cuando se corre la voz del entierro que se prepara, llega gente de otras poblaciones y cada una de las personas quiere mirar de cerca a aquel hombre, que les han asegurado que es un portento de virilidad y también de virtudes enérgicas y morales.

En este cuento vemos una historia posible, contada aparentemente de una forma sencilla. En las pocas páginas del texto resuenan los ecos míticos de los personajes poderosos y distinguidos que fueron construyendo la civilización occidental. El autor también utiliza la imaginería de la población, en la que la bondad y el respeto al cuerpo rebasan a la ignorancia.

Gabriel García Márquez es un escritor colombiano que tiene una soltura magistral para contar anécdotas, las cuales desde los primeros párrafos atrapan a los lectores, además tiene la capacidad de dibujar sus historias con unos cuantos trazos. Todas las novelas y cuentos que publicó Gabriel García Márquez son textos de buena literatura.

Entre las obras que Gabriel García Márquez escribió se encuentran Cien años de soledad, El coronel no tiene quien le escriba; El otoño del patriarca y El amor en los tiempos del cólera.

Juan Norberto Lerma

@lermanorberto

YouTube_ @JuanNorbertoLerma

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *