Juan Norberto Lerma

El cuento La Máscara de la Muerte Roja, de Edgar Allan Poe, es un texto en el que desde el inicio nos sumergimos en una atmosfera tétrica. El narrador nos dice que en la ciudad hay una peste que mata a los ciudadanos de una forma espeluznante, primero los debilita con dolores insoportables y a continuación, los infectados supuran sangre hasta morir.

Cuando el príncipe de aquellas tierras ve diezmada la población, reúne a mil de sus amigos y los invita a una abadía para evitar el contagio y pasársela bien en lo que la enfermedad desaparece de la ciudad. La gente poderosa de ese reino sigue al príncipe y todos se proveen de lo necesario para su placer.

En el cuento La Máscara de la Muerte Roja, Edgar Allan Poe nos dice que cuando toda esa clase aristocrática ya está instalada y se la pasa muy bien en la abadía, como una ocurrencia o una inspiración, un día el príncipe ordena que se realice un baile y que todos los asistentes lleven máscaras.

Los amigos diseñan a su antojo sus antifaces y se presentan al baile. Para agasajar a sus amigos, el príncipe manda decorar 7 salones. Cada uno de los salones tiene un color, el primero es azul y el último negro. En el último salón hay un reloj que cada hora emite unos sonidos graves y profundos, que paralizan a la orquesta y hasta a los mismos asistentes al baile.

En esos segundos en que el reloj suena, a los amigos del príncipe les parece que todo se detiene, su aliento se suspende y hasta sus pensamientos.

Alarido del tiempo

En el cuento La máscara de la muerte roja, los asistentes al baile también perciben el sonido del reloj como un llamado, una especie de alarido del tiempo que les dice que reflexionen porque los minutos corren y la vida sigue su curso. Sin embargo, el estremecimiento sólo les dura unos segundos y en cuanto el reloj calla, vuelve la música y la fiesta se reanuda en los salones.

Cuando dan las 12 de la noche, dura más la tonada del reloj y entonces, los asistentes descubren a un personaje singular, es un tipo alto, delgado, que lleva una especie de sudario y una máscara de la muerte roja, la misma que allá lejos, mata a los habitantes de la ciudad.

El sujeto que aparece en el cuento La máscara de la muerte roja tiene manchas de sangre y su cara parece la de un cadáver. Se mueve en el salón con destreza y majestuosidad y su presencia se impone a los demás. El príncipe y los asistentes se estremecen, porque de alguna forma saben que ese sujeto es la representación de lo que ocurre en la ciudad, y que esa maldición que mata a los ciudadanos ahora ya está también dentro de los salones lujosos en los que ellos se encuentran disfrutando de la buena vida y los placeres.

El príncipe interpreta la presencia de ese sujeto como una ofensa, como algo que está fuera de programa, porque él no planeó esa aparición y se enfurece. Les dice a sus amigos que averigüen de quién se trata y que lo ahorquen en la madrugada. Sin embargo, el terror les impide moverse a los amigos del príncipe y para demostrar su poder y valor, él mismo va detrás de aquella figura, que lo guía hasta el salón decorado de negro.

El cuento de La Máscara de la Muerte Roja es un texto de unas pocas páginas, que le sirven a Edgar Allan Poe para mostrar una escena de horror y, aunque es un cliché, el egoísmo de las clases poderosas. Cuando el príncipe ve que a sus siervos los mata la peste, en lugar de ayudarlos, organiza un retiro para ponerse a salvo, junto con sus amigos.

En el cuento, el príncipe tiene un comportamiento idéntico al que les atribuye el pueblo a todos los nobles: es soberbio, amante de los lujos y cobarde, porque ante la amenaza de la enfermedad lo primero que hace es ponerse a salvo.

A pesar de que el desarrollo del texto es convencional y el final es previsible, no por eso las imágenes pierden lo terrorífico.

Testigos de la peste

La Máscara de la Muerte Roja es un cuento escrito de forma directa y desde el primer renglón el lector ya se encuentra atestiguando la presencia de la peste, el sufrimiento de los habitantes y el desparpajo y altivez del príncipe.

El cuento se centra única y exclusivamente en el asunto que nos está contando, las escenas se desarrollan de manera rigurosa en los salones. El narrador solamente nos da información de lo que ocurre afuera de la abadía como dato, para que nosotros tengamos presente el contraste entre las muertes que están ocurriendo allá lejos y el placer del que disfrutan el príncipe y sus amigos.

En esa fiesta de los siete salones de la abadía, también estamos los lectores, como espectadores, como testigos, y también miramos al sujeto de la máscara de la muerte roja, que se cuela en la fiesta tal vez para recordarle a los hombres que en algún momento todos lo tendremos de invitado en nuestro propio baile de máscaras.

Edgar Allan Poe fue un escritor norteamericano y se le considera uno de los maestros del cuento corto y el inventor de las historias de detectives.

Escribió cuentos de terror, libros de poemas y una novela que en México se llamó Las Aventuras de Arthur Gordon Pym.

Por Juan Norberto Lerma

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