Gerardo Gutiérrez Candiani

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca arranca, como se anticipaba, con un torbellino de cambios radicales y amenazas, y lamentablemente, con una actitud de abierta hostilidad y desprecio contra diversos sectores y grupos de Estados Unidos y el mundo. Confrontando principios y valores democráticos, de cooperación internacional, de empatía. Y sin duda, contra varios países, entre los que sin duda está el nuestro.
No sorprende la perplejidad en el mundo entero, y en particular, en México. Sin embargo, no podemos quedarnos en solo en eso, con una posición reactiva, esperando que resulte el menor de los males.


Tenemos que afrontar el desafío unidos y con tanta inteligencia como dignidad. Oportunamente. Con realismo sobre la complejidad, la relevancia y la interdependencia de la relación bilateral, pero también la inmensa asimetría y lo que está en juego.
Trabajar coordinadamente con los muchos aliados de México en Estados Unidos, tanto en el ámbito político como en el empresarial, con una visión de largo plazo de mutuo beneficio para nuestras naciones. Aprovechar el gran talento con que contamos en interlocución y negociación bilateral.


Hay que acelerar planes y acciones para mitigar o desactivar los efectos de las políticas que ya fueron decretadas y lo que viene. Como, de verdad, combatir al crimen organizado, más allá de lo discursivo, y encontrar soluciones al flujo migratorio, sin menoscabo de los derechos humanos y de la defensa de los mexicanos en Estados Unidos.


Eso es, básicamente, lo que se nos está exigiendo en relación con la amenaza de aranceles generalizados de 25% a nuestras exportaciones.


A fin de cuentas, el fondo de lo que se exige está en nuestro interés como nación, como es evidente en el tema de los cárteles criminales: ya no estamos en condiciones de normalizar y solo administrar la descomposición que generan y la impunidad con que operan.


La negligencia en la responsabilidad primaria del Estado, que es la seguridad pública y el imperio de la ley, además de la estela de violencia y muerte, pérdidas económicas y socavamiento de la gobernabilidad, puede ahora costarnos una grave depresión económica.


Para hacerse una idea del golpe: el 83% de nuestras exportaciones se dirige a Estados Unidos, más de 490 mil 183 millones de dólares anuales. Es casi 30% del PIB.
Se ha estimado que con esos aranceles, nuestras exportaciones podrían caer 12% casi en inmediato, con una presión tremenda para el tipo de cambio. De sostenerse, sería prácticamente el fin del TMEC.


Muchos dicen que eso no ocurrirá; que se trata de amagos para la negociación. ¿Podemos quedarnos tranquilos simplemente haciendo esa apuesta, ante lo que podemos perder y en un entorno que no es precisamente de normalidad o inercia, sino de alta disrupción?
Como se está señalando en la opinión pública de todo el mundo, la vuelta de Trump tiene rasgos de parteaguas histórico, como signo de una nueva era. Con un enorme impacto global, pero mucho más fuerte para México.


Ya hemos comentado del “Trump Risk Index” de Economist Intelligence Unit (EIU), que desde mediados del año pasado advertía al respecto, con una clasificación de la exposición de los 70 mayores socios comerciales de Estados Unidos. México encabezó el ranking, con una puntuación de vulnerabilidad de 71 sobre 100 puntos. Hoy ya no estamos solo ante lo probable, sino frente a hechos. Y esto apenas inicia.


Con el mayor peligro, al arranque y con nuestra vulnerabilidad acrecentada por la debilidad derivada de los rezagos y las asignaturas pendientes que no hemos resuelto. Máxime cuando en algunos frentes, lejos de avanzar, los problemas crecen o vamos en reversa, incluyendo el poder de las organizaciones criminales y la erosión del estado de derecho por las recientes reformas constitucionales, en primer lugar la del Poder Judicial.
Tengamos claro ante lo que estamos.


Como se destaca en el reporte anual de riesgos globales de la influyente consultoría Eurasia, a diferencia de 2017, el regreso de Trump se da con una administración políticamente consolidada y férreamente unilateralista, la cual puede dar lugar a una abdicación decisiva de Estados Unidos como promotor, al menos en principio, del libre comercio y los valores liberales y democráticos.


Eso es lo que significa el "Estados Unidos primero”, señalan. Y como hemos visto, ahora incluso se da con inclinaciones de expansionismo, como en la insistencia de hacerse del Canal de Panamá.


Siguiendo el análisis de Eurasia, el “gobierno Trump 2.0” se presenta arrollador y decidido por la magnitud del triunfo electoral y con un Partido Republicano unificado y alineado. Con más experiencia para mover las palancas del poder y del control burocrático.


No por nada México, por nuestra exposición ante ello y la debilidad con que nos toma, fue situado entre los primeros 10 riesgos globales del año. Ya confirmamos, en la toma de protesta y en sus primeros días de gobierno, el porqué. Tenemos que despertar. Ya no estamos hablando solo de riesgos, sino de realidades.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *