El cine de Adam Elliot se destaca por alejarse de las animaciones comerciales que priorizan el espectáculo sobre la profundidad. Su última película, Memorias de un Caracol, nominada al Oscar como Mejor Película Animada, destaca no solo por su originalidad, sino también por su capacidad para contar historias personales y trascendentales.
A lo largo de su carrera, directores como Brad Bird y Guillermo del Toro han defendido que la animación es un medio artístico, y Memorias de un Caracol respalda esta idea con una narrativa que va más allá de lo superficial. Esta obra, traída a México por cineCANÍBAL, ha sido aplaudida por su enfoque sensible y profundo.
Los actores Cassandra Ciangherotti, Javier Ibarreche y Emilio Treviño fueron los encargados de darle vida a los personajes principales en la versión en español. La actriz Ciangherotti habló sobre el desafío de adaptar las voces sin infantilizarlas. Según ella, fue “un reto muy grande” debido a las diferencias emocionales entre el inglés y el español, pero destacó lo importante que es respetar las emociones de la película mientras se adapta a la cultura del idioma.
Por su parte, Ibarreche comentó que la película no presenta el tono típico de las caricaturas infantiles, sino que juega con la complejidad del personaje. Su rol como “el galán romántico” evoluciona a lo largo de la historia, ofreciendo una interesante transformación del personaje.
Treviño, por su parte, destacó la particularidad del trabajo con Adam Elliot, uno de los cineastas más importantes en la animación actual. La película, realizada con stop-motion, narra la historia de Grace, una niña solitaria, y su relación con su hermano gemelo, Gilbert. Su vínculo se ve interrumpido por una separación inevitable, que la lleva a encontrar consuelo en Pinky, una anciana excéntrica.