Desde hace 14 meses, María Clara Herrera Arellano comenzó a perder la vista y, tras el diagnóstico de que eventualmente se quedaría ciega, decidió reorganizar su vida. Su primer paso fue aprender el Sistema Braille, con el propósito de encontrar un nuevo significado personal y para darle un enfoque de inclusión a su emprendimiento: una tienda de jabones artesanales.


“Estoy dentro del rango de baja visión por neuropatía diabética. Además, tengo edema macular y un problema en la retina, que podría romperse. Esto limita mi capacidad visual y conservo visión periférica, pero he perdido la frontal”, explicó en entrevista para 24 HORAS.


María Clara ingresó al Sistema DIF Municipal después de tres meses de depresión, convencida de que su vida había llegado a un punto sin retorno. Como docente de profesión, pensó que su carrera profesional había terminado. Sin embargo, encontró una oportunidad en el Centro Municipal de Equinoterapia y Rehabilitación (CEMERI), donde aprendió a adaptarse a su nueva condición con esperanza y determinación.


“Empecé a caer y eso me llevó a actuar. Una amiga me invitó al CEMERI, donde aprendí el Sistema Braille. A partir de ahí, comencé a darle un enfoque positivo a la pérdida de mi visión”, relató la maestra de nivel básico.


Afirmó que actualmente se siente satisfecha, pues ha logrado aplicar sus conocimientos en la creación de etiquetas representadas en la forma táctil para sus jabones, los cuales elabora y comercializa bajo su marca familiar, Jesimiel.


Como parte de este proceso, también elaboró un menú en el sistema de comunicación que entregó a un restaurante del Centro Histórico de Puebla, donde busca un espacio para vender sus productos, ampliar su labor comercial y contribuir a una sociedad más inclusiva.


“La primera crisis emocional que viví fue muy severa. Durante los primeros tres meses después del diagnóstico me dijeron que podría quedarme ciega mañana, en 30 o incluso en 50 años. Entré en shock. Me dedicaba a la enseñanza y, de pronto, eran otros quienes comenzaban a enseñarme a mí”, expresó Herrera Arellano.


En este camino, espera alcanzar su jubilación y disfrutar el tiempo con sus hijos, quienes han sido un pilar fundamental durante su transformación personal.


“Aprender Braille me ha ayudado a superar el impacto emocional. Me he mantenido activa y enfocada en algo que aún puedo hacer. Además, me he sentido respaldada psicológicamente por mi familia”, concluyó.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *