La administración de Donald Trump ha convertido los memes en herramientas estratégicas para comunicar su política migratoria, apelando al impacto emocional y viralidad en redes sociales.
Una caricatura reciente difundida por la cuenta oficial en X mostró a una mujer angustiada siendo esposada por un agente migratorio. Generada por inteligencia artificial, imitaba el estilo de Studio Ghibli, mezclando estética infantil con un mensaje duro. El contenido se viralizó de inmediato, generando polémica y atención.
Este tipo de contenidos ya se han utilizado antes. Desde imágenes de Trump en McDonald’s hasta memes de San Valentín con advertencias de deportación, el enfoque mezcla humor negro y propaganda.
👤 El doctor Felipe Gaytán Alcalá, académico de la UNAM, señala que los memes polarizan el discurso público, simplifican realidades y fortalecen posturas extremas. "Trivializan el sufrimiento y eliminan los matices", advierte.
Históricamente, estas estrategias no son nuevas. Durante la Guerra Fría, Estados Unidos caricaturizó a la URSS, y en Cuba, Fidel Castro descalificó a opositores llamándolos "gusanos". La propaganda nazi utilizó caricaturas para propagar odio y justificar la persecución de los judíos.
Trump también recurre a otros formatos virales. Su equipo difundió un video estilo ASMR titulado "Vuelo ilegal de deportación de extranjeros", con grilletes y sonidos de abordaje. Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional, posó frente a reclusos en El Salvador, generando controversia.
Según Gaytán, esta estrategia refuerza el mensaje político, pero puede amenazar la gobernabilidad, al generar un entorno volátil y radicalizado. En la era digital, el meme se convierte en un arma discursiva contundente.