La euforia que causó la aparición del socavón se extinguió y, a cuatro años de su formación, no se observan turistas en la zona, ni comercios que en su momento detonaron la actividad económica. 

“La casa del vecino se cimbraba, las varillas se vibraban horrible y el lunes se abrió la tierra. Se hizo el hoyo, salía vapor”, recordó María Cristina Pancho Ortiz, vecina de la modesta junta auxiliar de Santa María Zacatepec del municipio de Juan C. Bonilla.

En entrevista, los vecinos del lugar reconocieron que pueden pasar días, semanas e –incluso–, meses, sin la presencia de los cuerpos de emergencia o seguridad que una vez acordonaron al socavón para evitar que curiosos cayeran en él. 

“Ya todo está en el olvido, nadie pasa, nadie viene, nadie se acuerda. El socavón ya perdió el interés de toda la gente, ni el de las nieves viene ya”, dijo Martina, una campesina de la localidad en el marco del cuarto aniversario de la formación de la oquedad de 132 metros de diámetro el 29 de mayo de 2021. 

Los colonos de la zona recordaron lo sucedido aquella tarde, cuando por accidente dos perritos cayeron por su acantilado, lo que motivó a que cuerpos de emergencia acudieron a su rescate y, en consecuencia, se volviera un punto de encuentro de turistas que disfrutaban del comercio local.  

En ese entonces, panaderos de Santa María Zacatepec pusieron en venta el pan de fiesta con forma de socavón, cuya característica principal era su relleno de helado. También había venta de playeras y otros souvenirs como llaveros y tazas. 

Algunos vecinos, para no quedarse atrás, rentaron sus azoteas para que los visitantes locales y foráneos pudieran subir y ver el fenómeno natural, sin que las autoridades les negaran el acceso a sus propiedades.

Luisa, otra habitante de la zona desde 1940, decía a los turistas que no se espantaran porque cuando era niña en ese lugar había un jagüey donde brotaba el agua e –incluso –, había peces de colores. 

A cuatro años de su aparición, la incertidumbre pasó a segundo término y los habitantes de la zona aprendieron a lidiar con él, pues pese al riesgo que implica, han construido sus casas sin importar que esté el socavón a unos metros de sus hogares. 

“Para nosotros ya es normal, aprendimos a vivir con él, ahí está y por más que no queramos, tenemos que hacer nuestra vida como si nada”, afirmó Martina.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *