China levantó parcialmente la prohibición de importar mariscos de Japón, resolviendo de forma parcial una disputa por el manejo de aguas de descarte nuclear de Fukushima.

En 2023, Japón comenzó a verter al mar el agua tratada de la planta nuclear dañada por el terremoto y tsunami de 2011. La medida fue avalada por el Organismo Internacional de Energía Atómica.

Sin embargo, China reaccionó con críticas y bloqueó las importaciones de mariscos japoneses por temor a contaminación radiactiva. Este veto afectó severamente a la industria pesquera nipona.

La Administración General de Aduanas de China informó que muestras de agua monitoreadas no mostraron anomalías radiactivas. Por ello, decidió reanudar condicionalmente las importaciones.

El levantamiento del veto excluye 10 de las 47 prefecturas japonesas, entre ellas Fukushima y Tokio, que seguirán bajo restricción comercial por razones sanitarias.

El gobierno de Japón recibió "positivamente" la decisión china, declaró Kazuhiko Aoki, subsecretario del gabinete. Sin embargo, insistió en que exigirán la eliminación completa del bloqueo.

La planta nuclear de Fukushima sufrió daños críticos cuando tres de sus seis reactores colapsaron por el tsunami. Desde entonces, Japón ha invertido en tratamiento de agua contaminada.

Las autoridades japonesas aseguran que los vertidos cumplen estándares internacionales y no representan riesgos a la salud ni al ecosistema marino.

China aclaró que mantendrá una vigilancia estricta sobre la pesca y los productos procesados provenientes de Japón para garantizar la inocuidad alimentaria.

El reinicio parcial de las importaciones es visto como un paso para aliviar tensiones diplomáticas. No obstante, la disputa comercial y ambiental persiste entre ambos países.

Expertos señalan que la reactivación del comercio podría beneficiar a miles de pescadores afectados desde 2023 por el cierre de mercados internacionales.

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