El Triángulo Rojo y la junta auxiliar de San Felipe Hueyotlipan, en la capital, son las zonas más peligrosas para los migrantes que cruzan el estado, ya que <u>corren el riesgo de asaltos y de reclutamiento forzado por parte del crimen organizado</u>.
Los migrantes que pasan por Oaxaca entran por Tehuacán y los que circulan por Veracruz, Córdoba y Orizaba llegan a Tecamachalco, donde son interceptados por integrantes de bandas delictivas. Las localidades de Tepeaca, Amozoc, Tecamachalco y la entrada a Puebla son los puntos donde han reportado que los criminales, con armas largas, los suben a camionetas.
En San Felipe Hueyotlipan, los asaltos son comunes porque los delincuentes saben que los migrantes no los denunciarán. A pesar de esto, se reconoce que Puebla es uno de los estados más seguros en comparación con Veracruz y Tamaulipas, donde la incidencia delictiva es mayor.
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Debido a la situación, algunos migrantes han cambiado su ruta por Tlaxcala para evitar los atracos. También han dejado de viajar en tren por los asaltos que sufrían y ahora llegan en autobús a la zona de la CAPU.
El paso de migrantes por la entidad ha disminuido desde que Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos. En 2023, se brindó apoyo a 1,200 migrantes, cifra que se redujo a 700 en 2024 y a solo 75 en 2025. El cambio en las políticas migratorias de Estados Unidos, que ahora consideran un delito ser migrante, ha endurecido las penas y provocado esta disminución.
Puebla ha sido refugio de migrantes desde 1981, y actualmente cuenta con tres refugios en la capital que brindan apoyo a personas de países como Honduras, Venezuela, El Salvador, Nicaragua, Colombia y China.

