Anuncia lo mismo obras bajo el esquema Peso a peso, que la instalación de aduanas a la entrada y salida de la Central o la desarticulación de bandas criminales
Por: Mario Galeana
–¡Que chinguen a su madre!, ¿sí o no?
La voz al micrófono es de Miguel Barbosa, que habla frente a los comerciantes de la Central de Abasto, en Huixcolotla, y la mentada de madre es para los huachicoleros que han hecho de esta región uno de sus principales centros de operación y distribución de combustible robado.
Barbosa les ha dicho que en su mitin presentaron a los comités de cada área de la central, salvo el comité de los huachicoleros. Su comentario ha desatado la risa, el barullo y un reclamo solitario de la multitud, hasta que la mentada de madre ha partido por la mitad aquel río sordo de voces.
—Hablamos bien, hablamos lenguaje zafio. Pueblo zafio, lenguaje zafio.
Si los últimos días de una campaña reflejan el ánimo de un candidato, entonces Barbosa no tiene dudas de que será el próximo gobernador. Anuncia lo mismo obras bajo el esquema Peso a peso, que la instalación de aduanas a la entrada y salida de la Central, que la desarticulación de bandas criminales.
—A los que se dedicaron a la delincuencia hay que volverlos al camino del bien, que vuelvan a ser hombres de bien. Que aquí en Huixcolotla todos son hombres y mujeres de bien. Quien no lo entienda mejor que se vaya, porque, si no, se va a ir a la cárcel.
A sus espaldas está el senador Alejandro Armenta, que se convirtió, como nadie más, en su principal detractor al inicio de la campaña. Luego, con intervención de Ricardo Monreal, el coordinador de senadores de Morena, los dos han pactado una tregua que, sin embargo, no aumentó intempestivamente las apariciones públicas de ambos, pues con la tarde de este miércoles suman tan sólo tres eventos en los que comparten templete.
—Esta región, señor candidato —ha dicho Armenta durante su turno al micrófono—, usted la conoce muy bien porque es el paso obligado a Tehuacán, su tierra, y es una región productiva, generosa. A nosotros no nos gusta que a esta región se le llame el triángulo rojo.
Barbosa responde con un gesto con la cabeza cuando Armenta se refiere a él como “señor candidato y próximo gobernador”, y el resto del discurso del senador ha estado inmóvil y fijo en su asiento mirando a aquella multitud a la que luego hará reír con mentadas, o con la advertencia de que él sólo necesita un mole y unas empanadas de sesos para ser complacido, o con el recuerdo de los brujas y brujos –“ellas muy guapas y ellos muy feos”– que habitan esta región.
Cuando el mitin acaba, Barbosa aprovecha para ufanarse de su rival Enrique Cárdenas, que hace justo un día se ha desquiciado frente a un reportero que sólo le preguntaron por un contrato de compraventa sobre un terreno que posee.
—Anda de muy mal humor. Además, llora todas las noches. Sé que solloza. Lo tienen con chiqueadores, anda muy mal. Porque fue muy flojo. Hoy quiere resarcir con mal humor todo lo que no hizo en campaña.
—Su rival ha dicho que esta es una elección de Estado, ¿qué opina?
—La elección de Estado fue la de 2018 y les consta a muchos. Ellos hoy hicieron una elección... pero acostados. Están estableciendo sus argumentos de derrotados, patadas de ahogado, por flojitos. Acusan a la Federación por haber entregado tarjetas de bienestar que son otra cosa distinta a la campaña y tienen otra ruta.
—¿Cree que se judicialice la elección?
—Van a judicializarla. Pero la diferencia será tan grande que quedarán en ridículo.
Un gesto burlón cruza su rostro: un gesto que es retrato fiel de su estado de ánimo en medio de una campaña que agoniza.