Como una estrategia eficaz para reactivar la economía, minimizando el riesgo de contagio de COVID-19, investigadores de la BUAP proponen aplicar un “filtrado estocástico” (aleatorio) de trabajadores de empresas de bienes e insumos esenciales que deban reanudar actividades, para frenar contagios por interacciones físicas entre personal sano e infectado con el virus SARS-CoV-2. Dicha propuesta consiste en utilizar la técnica de PCR en tiempo real para este virus, en una muestra al azar, a manera de un filtro, que se repetiría de manera periódica.
Este modelo podría ser complementario a la propuesta de investigadores de Israel, quienes promueven cuatro días de trabajo por 10 de descanso, para mitigar la propagación del virus. Así, las pruebas de filtrado estocástico por trabajador se realizarían al azar cada 14 días, con lo que se aumentaría la probabilidad de que sólo los trabajadores sanos ingresen a las instalaciones de la empresa.
“Como resultado del aumento rápido del riesgo del colapso de las cadenas de suministros esenciales por la pandemia por COVID-19, nuevas estrategias son urgentes por parte de los gobiernos para proteger a los trabajadores, sin importar que ellos muestren síntomas o no de una infección”, argumentó el doctor Elias Manjarrez, coautor de este estudio publicado en la revista internacional e indexada Frontiers in Physics.
El académico del Instituto de Fisiología de la BUAP, nivel III del Sistema Nacional de Investigadores, precisó que la propuesta citada no significa dejar de lado las medidas preventivas como el uso de cubrebocas y careta, lavado constante de manos, distanciamiento social y evitar estar con otras personas en espacios cerrados o mal ventilados.
El filtrado estocástico propuesto ha sido simulado en un modelo matemático, con tres escenarios posibles, en los cuales se realizan pruebas diagnósticas de RT-PCR (PCR en tiempo real) en trabajadores de empresas esenciales, a modo de hacer un filtro, explicó.
En el escenario A no se lleva a cabo ninguna prueba, por lo que no se detectan infectados asintomáticos o en periodo de incubación; mientras que en el B se aplican pruebas de RT-PCR al cien por ciento de los empleados en múltiples ocasiones, y a quienes resulten positivo se van a cuarentena.
Finalmente, en el escenario C se realizan pruebas al azar, en función de un porcentaje específico (modelo RSS, es decir tamaño de muestreo al azar), al que le denominan “filtrado estocástico”, mismas que se repiten de manera periódica en un lapso de 14 días, aunque otros esquemas de periodicidad con mayor o menor frecuencia podrían ser implementados, dependiendo de los resultados empíricos de cada empresa.
“Cada uno de los métodos de filtrado que predice este modelo tiene sus pros y contras. En el caso del modelo A (no se realizan pruebas focalizadas a las empresas), la principal desventaja es que al no ser posible la detección de trabajadores infectados, se esparce la infección hasta el colapso en la empresa, fábrica, universidad u oficina gubernamental”; este es el esquema actual que se sigue a nivel mundial, explicó Elias Manjarrez, doctor en Neurociencias.
Con el escenario B (pruebas a todos los trabajadores, el modelo ideal pero impráctico) se podría detectar al cien por ciento de los que fueron contagiados en la calle, de tal forma que se conservaría al total de la fuerza laboral sana y se podría mantener el estado económico sin grandes afectaciones. Sin embargo, “el problema con este método es que es muy complicado, pues hacer pruebas a todos en múltiples instancias sería impráctico, además de caro, debido a que si sólo se hacen pruebas a todos en una sola ocasión, después sería la misma situación que en el escenario A”, refirió el académico.
En el modelo C o “filtrado estocástico”, que es el que los investigadores de la BUAP proponen, se plantea la idea de hacer exámenes al azar en múltiples momentos. Al hacer análisis matemáticos se identificó que de esta forma se puede encontrar a trabajadores infectados, quienes se quedan en cuarentena y se evita la transmisión dentro de la empresa o institución. Al ser un modelo que se puede emplear más fácilmente, los costos bajan y se vuelve una estrategia que puede ser utilizada de forma diseminada, además de que el riesgo de un colapso de la fuerza laboral disminuye significativamente, especialmente cuando se aumenta el porcentaje de empleados a los que se les realiza la prueba en diferentes etapas, afirmó.