Diego Armando Maradona tuvo una última convivencia este día antes de fallecer en su residencia de Buenos Aires, Argentina.

El Pelusa inició el día como los anteriores: se levantó temprano y empezó con la rutina que venía levantando su estado de salud.

Desayunó y caminó un poco antes de regresar a la cama para recostarse. Ese ritual era algo casi prescrito y que lo vigilaba su enfermera personal para pasar a tomar la dosis de medicamentos al mediodía.

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Cuando se iba a preparar su cuidadora para darle los medicamentos, Diego estaba desvaneciendo.

El aviso a emergencias fue inmediato y llegaron al domicilio nueve ambulancias que nada pudieron hacer, pues el corazón de Maradona no soportó el paro cardiorrespiratorio que lo obligó a irse antes de tiempo.

Los días posteriores a estar internado a causa de una intervención quirúrgica por un hematoma en la cabeza mostraban a un Diego con una buena evolución.

Su médico personal, Leopoldo Luque, tomó una foto en la que Maradona se notaba repuesto tras la operación y los pronósticos de recuperación eran alentadores.

Sin embargo, el 10 se marchó de una forma que nadie esperaba días después de haber cumplido 60 años.

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EAM

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