La profesora de Medicina Veterinaria de la UPAEP, Pamela Pérez Sánchez, alertó a los dueños de mascotas a mantenerlas hidratadas, principalmente a perros, en esta tercera ola de calor del año.
Ante las altas temperaturas registradas en la ciudad de Puebla, que han superado los 35 grados centígrados debido al fenómeno de El Niño, con una sequía importante, la académica destacó la importancia de mantener a las mascotas en la sombra y con bastante agua disponible, que esté fría o al tiempo.
Esto, principalmente con razas pequeñas de perros braquicéfalos, es decir aquellos que tienen un cráneo de características distintas a las del resto de razas, como cabeza corta y cara achatada, paladar blando y alargado, huesos nasales cortos y orificios nasales, a menudo, más reducidos de lo habitual, como los de raza Pug.
Además, la especialista destacó la importancia de no sacarlos a pasear en las horas del día con intensidad solar; por lo que recomendó las mañanas, que no pase de las 9:00 o 10:00 de la mañana, o por la tarde o noche, a partir de las 17:00 horas.
En caso de deshidratación o golpe de calor, la académica aconsejó no tratarlos en casa y llevarlos de inmediato al veterinario, y detalló que los síntomas de insolación son un jadeo constante, decaimiento y alta temperatura corporal.
“Una vez que un perro presenta estos síntomas, hay que envolverlo en una cobija que esté mojada con agua al tiempo y de inmediato llevarlo al veterinario, ya que se requiere de un tratamiento complejo”, indicó.
De no hacer esto, advirtió que la vida del perro podría estar en riesgo.
Explicó que esta situación no pasa con frecuencia con los gatos, ya que, por su naturaleza, no pueden estar amarrados y siempre buscarán la sombre, sin embargo, sí hay que estar al pendiente de que tengan agua disponible para evitar riesgo de deshidratación.
Finalmente, agregó que otro riesgo de pasear a los perros en las horas de alta radiación, además de deshidratación o golpe de calor, es que, al estar muy caliente pavimento por la radiación, se pueden quemar las almohadillas de sus patas.
Por: Arturo Cravioto