Gerardo Gutiérrez Candiani

El influyente diario Wall Street Journal redobló su posición de hace un mes contra los aranceles: “Hemos provocado la ira del Sr. Trump al calificar los gravámenes a México y Canadá como los ‘más tontos’ de la historia, y puede que hayamos subestimado el punto”.
“Está golpeando a amigos, no a adversarios”, dice su Consejo Editorial. “Sus tarifas afectarán a todas las transacciones transfronterizas, con un mercado de vehículos de América del Norte tan interconectado que algunos coches cruzan una frontera hasta ocho veces para ensamblarse”.


O como dijo el legendario inversor Warren Buffett: los aranceles pueden verse como “un acto de guerra”, “con el tiempo son un impuesto a los bienes” y, lo que es más importante, en la política económica es esencial preguntarse “¿y después qué?”, algo que hoy no se está haciendo.


Todo esto recuerda la teoría de la estupidez del economista italiano Carlo Cipolla: acciones que causan daños a otros sin que quien las realiza obtenga beneficio e incluso incurra en pérdidas.


Para México, Canadá, Estados Unidos y el mundo. Incluso para la presidencia de Trump, ya que estos aranceles radicales van contra algunas de las causas por las que ganó las elecciones: la promesa de reducir la inflación y las tasas de interés, lo que ya estaba ocurriendo y con un sólido crecimiento económico, todo lo cual ahora puede verse dinamitado.


Un análisis del instituto Brookings estima que México sería el mayor perdedor, con graves daños si los aranceles se mantienen por un buen rato. Máxime si respondemos con represalias, que tampoco podemos no considerar ante una arbitrariedad que, como señaló la Presidenta Claudia Sheinbaum, no tiene “motivo, razón ni justificación”. Nuestro PIB podría contraerse 3.14%; el de Canadá, 3.02%; y el de Estados Unidos, 0.32 por ciento. La pérdida de empleos en México podría ser de hasta 2.2 millones; en Canadá, 510 mil; en Estados Unidos, 400 mil.


Como señala el WSJ, a Trump le gusta citar el alza de la bolsa como señal de éxito de su política, así que ¿qué piensa de su caída, que puede acentuarse? Por ahí puede haber cierta esperanza de corrección.


Entre tanto, al contrario de las acciones desde la Casa Blanca, México tiene que enfrentar el desafío histórico con responsabilidad, realismo, inteligencia y unidad. Poniendo por delante la legalidad, los acuerdos comerciales internacionales, empezando por el T-MEC, y la verdad que ha estado faltando en la amenaza y ahora unilateral ataque, acompañado de acusaciones sin evidencia contra nuestro gobierno en el comunicado oficial.


No hay una lógica clara sobre estos aranceles que pueden desatar guerras comerciales y socavar la economía mundial.


Un día, el argumento ha sido el tráfico de fentanilo y los cárteles; otro, la migración; al siguiente, una supuesta política comercial injusta con Estados Unidos como la víctima; otro, una cruda demostración de poder con el lema “América primero”, como forma de obligar a que la manufactura regrese a Estados Unidos.


México ha hecho concesiones y esfuerzos: más decomisos de drogas ilegales, seguridad en la frontera con envío de miles de soldados, entrega de capos, aranceles a China. De nada sirvió, porque, como ahora se confirma, ya había una decisión tomada.


Como ha insistido la Presidenta Sheinbaum, con dignidad y “cabeza fría”, aunque teniendo claro que estamos ante una dura prueba y en la antesala de tiempos complicados.


La racionalidad, la verdad y la colaboración no son lo que gobierna al mundo de hoy. Como apunta la cobertura de WSJ, Canadá y México apostaron por un futuro de libre comercio y en este momento la apuesta se está volviendo amarga.


Estos aranceles pueden marcar el fin de una era en América del Norte y el comienzo de una nueva para el mundo, de proteccionismo.

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