Por: Alejandra Gómez Macchia / @negramacchia
¿Cuántos (de los 25 mil) “fans” que fueron a los dos conciertos de Roger Waters en el Foro Sol, han salido a marchar con los familiares de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa?
¿Cuántos fueron del Ángel de la independencia al Zócalo a pedir la renuncia del presidente el 15 de septiembre?
¿Cuántos no desean a la mujer o a la hija de Donald Trump, y en sus fueros internos desean ser el mismísimo (y asqueroso) hombrecillo rojo de las torres y los consorcios y los concursos de belleza?
¿Cuántos saben que la única frase de “one of these days” dice: “Uno de estos días te voy a cortar en pequeñísimos pedazos”.
¿Cuántos de los cientos de miles que se reunieron en el zócalo regresan a casa, se toman un té de tila para aguantar, al día siguiente, una jornada de trabajo en una institución gubernamental?
¿Y cuántos de ellos reciben su salario del papá gobierno que tanto detestan?
¿Cuántos se saben la letra de Fearless?
¿Por qué Roger de plano omite sus rolas de solista (pues acá, en México, sólo pegó lo que hizo en Pink Floyd)?
¿Cuántos, en pleno trepón de un Hoffman de doble gota, extrañan en el fondo el solo de David Gilmour, cuando el buen Snowie White es un excepcional guitarrista?
Hay muchos tipos de persona que van a los conciertos de Roger Waters. Propongo estos diez. Los propongo porque los observé muy de cerca.
- Los fans de hueso colorado a los que no les importa que el legendario bajista se eche un discurso político (porque un artista es un personaje con punch en las masas), pero que aun así preferirían que mejor tocara y cantara en vez de caer en contradicciones *yo soy de esas.
- La banda borrega que va a ver al viejo que hizo las delicias de sus viajes interestelares de alcoba, y que hoy trae el escenario más impresionante y propicio para la pasta y el micropoint, para la mota y el LSD. Esa banda que hace suyas las tonadas, como hacen suyas las tonadas de JuanGa, porque en determinado momento de su vida esas rolas tocaron una fibra sensible… y que convierten “Mother“ en su “Amor eterno“, y “Wish you were here“ en su “Hasta que te conocí“, y “Confortably Numb“ en su “Se me olvidó otra vez“, y “Another Brick in the Wall part II“ en su “Queridaaaa“.Esa banda que tiene la suerte de irse a las gradas en vez de pretender ver Roger en primera fila, y al no poderlo hacer se van a la fila quince y sólo ven un muñequito lejano que pretende ser el líder de los Floyd. Y que, fuera de The Wall y de una sola del Wish you were here, no saben qué madres significaban las chimeneas y el cerdito rosita y los controles puestos hacia el sol.
- Los chavos a los que se les hace muy cool ir a ver a una leyenda del rock? Un ruco muy cool que, aparte, se preocupa por los pobres del mundo, goeee.
- Los chavos que pueden ir porque pueden ir y que se quejan de la chela quemada y del frío, y que se abrazan cuando la perrada corea la canción que dice “Shineee“ cuando, de pronto, aparece en la gigantesca pantalla trasera una mirada de loco. Unos ojos desorbitados de un drogón que quién sabe quién es, pero ha de ser un drogón de alcurnia porque Waters no pondría ahí a un drogón paria. Esos chavos que alguna vez oyeron a Pink Floyd por ahí, muy de rebote, en la casa de su tío, el más idiota y desterrado de la familia: el tío pacheco que existe y que hace más felices las casas mexicanas.
- Los activistas de smartphone que no se ensucian los pies en las marchas y que en la intimidad hacen bromas crueles y de mal gusto sobre los desaparecidos, y que en días de protesta van en sus carros mentado madres porque “esos pinches revoltosos no dejan que el tráfico fluya“, y que en el fondo los quisieran matar, como dice la canción que desconocen (en la que se fueron a surtir de playeras y cheves) cortándolos en mil pedacitos.
- Los nuevos fans, que van a estos conciertos porque les parece una hazaña que un tipo de 73 siga viviendo de sus viejas glorias y que esas viejas glorias sigan sonando mejor que siempre.
- Gente de prensa que va por la mejor foto. Prensa que va para ver qué nota saca. Prensa que va para oír lo que ellos quisieran decir, pero que no dicen por el temor a ser desaparecidos. Prensa que va para hacer una crónica chafa y llena de lugares comunes. Prensa de espectáculos que va para no decir nada más que lo predecible. Reporteros que mientras no oyen el concierto buscan en Wikipedia en qué disco aparece tal o cual rola. Blogueros que después de dos horas y media llegan a sus casas a encender el Youtube, ven los tres videos de las rolas más cantadas, y de ahí hacen una reseña al mejor estilo del Rincón del Vago.
- Invitados especiales que cuando empieza el Animals se duermen, pero que en Dogs, gritan, como perros, que Trump es un pendejo, y que en Bring the boys Back home copian a la banda indignada y corean que Peña es puto.
- Fans no tan fans. Fans a los que les parece oportunista que Waters llegue a alebrestar al infelizaje cuando bien sabe que ese infelizaje no pasa de gritar y de mentar madres y a la mera hora no hace absolutamente nada porque el país cambie.
- Muchachos anodinos a los que les regalaron el boleto y creen que la psicodelia sigue siendo lo de hoy, y aprovechan la ondita para meter mano a la vecina de silla y ponerse hasta el cepillo mientras quedan convencidos por la multitud embravecida que ¡no necesitamos educación! Y por eso no saben quién carajos fue el Rey Jorge que le mandó la carta a la mamá de Roger avisándole que su marido se murió en el puente de Anzio (en dónde carajos quedará eso), pero que dicen conocer a la perfección la trama de The Wall, y se horrorizan porque el wey que está ahí parado tocando el bajo no se parece al flacucho que se cortó las cejas luego de que una grupi le chupara concupiscentemente los dedos. ¡Qué nos devuelvan la lana, ca! ¡Ese no es el Pink de la peli!
- Las parejas de los fans de hueso colorado que fueron a ver a un tipo que toca el bajo y que parece hijo de Arturo Montiel y Richard Gere. Esos que, ciertamente, salieron apabullados por la tecnología, pero que pasaron dos horas y media de frío teniéndose que chutar a un jipiteca de pelos de musgo que a cada rato le pedía a Roger, como si Roger lo pudiera oír, que se echara Arnold Layne, sabiendo de antemano que jamás tocaría Arnold Layne.