La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía/ @QuintaMam

Este jueves presentaré por sexta vez la novela Miedo y Asco en Casa Puebla.

Esta vez lo haré en la Librería BUAP del Complejo Cultural Universitario a las seis de la tarde.

Los comentarios estarán a cargo del brillante doctor César Cansino, titular de Fomento Editorial de la universidad; Ignacio Juárez, subdirector de 24 Horas Puebla, y Mario Galeana, el mejor cronista periodístico en Puebla.

La mesa será moderada por la escritora Alejandra Gómez Macchia.

La primera presentación de la novela fue el 22 de noviembre de 2017 en el Salón de la Reina de Bodegas del Molino.

La respuesta aquella vez fue brutal: alrededor de quinientas personas se hicieron presentes y generaron un impresionante caos vehicular a la entrada del restaurante del exitoso empresario Ángel Trauwitz.

Las presentaciones de libros en Puebla suelen convocar a veinte personas.

Cuando son un éxito llegan a la presentación sesenta personas.

Aquel 22 de noviembre la asistencia rebasó todas las expectativas.

La venta de libros también fue brutal.

Los otros lugares donde el libro se ha presentado han estado igualmente colmados: Huauchinango, Zacatlán, Teziutlán y Tepeaca.

La gente escucha con atención, participa, compra el libro y hace generosas filas para la firma.

La noche de Bodegas del Molino fue —diría un columnista de sociales— apoteósica, pues se formaron dos filas durante cinco horas.

Una hora y media antes de la presentación, y tres horas y media después de la misma.

La próxima semana, en Atlixco, será la séptima presentación.

Luego vendrán Tehuacán, Acatzingo, Pahuatlán, Xicotepec de Juárez, Izúcar de Matamoros y otra universidad poblana.

Gracias a quienes han hecho posible todo esto: desde los organizadores y los comentaristas, hasta los generosos asistentes.

Lo más curioso es que éste libro rompió el tradicional circuito de venta y abrió nuevos mercados.

Me explico:

Lo tradicional es que los libros duerman el sueño de los justos en las librerías.

Y es que, salvo honrosas excepciones como las librerías de la BUAP, esos sitios sólo son visitados por las moscas, mismas que dejan como recuerdo emblemático, sus históricas caquitas.

(Digo “históricas” porque las moscas vuelan por este mundo desde el hombre de Neanderthal, y lo mismo se han posado en la la frente del emperador romano Julio César que en la calva de Churchill).

En aras de abrir otras rutas, la novela se ha vendido extraordinariamente bien en el restaurante de mariscos “El Pecadito”, los puestos de periódicos del Centro Histórico, la estética “Cavalier”, la peluquería “El Copete Elegante”, la Sastrería “El Ojal Asesino” y, desde hace unas semanas, en las librerías de la BUAP.

Nuevos públicos en espacios inéditos.

Así se podría resumir esta experiencia.

Lo curioso es que a donde me muevo me topo con sorpresas.

Vea el hipócrita lector:

Hace unos días fui a un restaurante de moda.

El valet parking me dijo a rajatabla:

“Usted es el de Miedo y Asco a Casa Puebla, ¿verdad?”.

Asentí.

“Ya lo estoy leyendo”, agregó.

Al entrar al lugar, el capitán se acercó y me dijo al oído:

“Qué buena está su novela, don Mario. Estoy picado”.

Y lo mismo me comentó uno de los meseros.

En los tres casos estamos hablando de gente que normalmente no lee libros.

En las presentaciones que he tenido hay una constante:

Compran el libro personajes que sólo leen los periódicos y los portales informativos.

El hecho de que ahora estén leyendo un libro es algo para celebrarse.

En un país sin lectores nada da más gusto que la creación de públicos lectores.

Quienes ya leyeron la novela no logran ocultar su entusiasmo por reconocer a tal o cual personaje, o tal o cual pasaje de la Puebla levítica.

Y todos, sin excepción, me preguntan al final:

“¿Cuándo sale el segundo tomo?”.

—En unos meses. Y el año próximo el tercero —les respondo.

Mentiría si no aceptara que la publicación de este libro cambió mi vida.

Yo que ya no soy dueño de mi novela soy el más sorprendido de las reacciones que genera.

Gracias nuevamente a todos.

 

En la Muerte del Poeta

Ayer por la noche me quedé muy triste al enterarme de la muerte súbita del espléndido poeta Carlos Santibáñez.

En los lejanos años setenta, hacia 1977, di mi primera lectura de poemas en la galería Río Marne, en la colonia Cuauhtémoc, en la Ciudad de México.

Ahí estuvimos Rogelio Carvajal Dávila, Carlitos y yo. Con Rogelio yo acaba de publicar un libro conjunto con prólogo de Juan Bañuelos bajo el sello de la UNAM.

Con el tiempo, Rogelio dirigió la editorial Grijalbo en México y la importantísima editorial Océano.

Recuerdo muy bien esa noche de poetas.

La poesía de Carlos me deslumbró porque tenía ecos brillantes de Quevedo, Renato Leduc y Salvador Novo.

Su ironía era tan sutil que me dejaba apabullado.

Aquella noche, por cierto, estuvo en primera fila la bellísima poeta y actriz Vera Larrosa, mejor conocida como Angélica Font en la novela de culto Los Detectives Salvajes.

Los años pasaron, pero nunca dejé de leer a Carlos.

Cosa curiosa: lo reencontré en Facebook.

Ahí recuperamos nuestra conversación.

Hace unos días todavía cruzamos algunas líneas cariñosas.

Era un gran poeta.

Siempre lo recordaré.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *