Por: Guadalupe Juárez y Osvaldo Valencia
Tony Gali es aquel niño que admiraba a Kalimán y a Batman y Robin, personajes que seguía también en cómics y películas.
También es aquel que reconoce que sus héroes también son su abuelo, su padre y su tío.
Es un joven que trabajó en la fábrica textil de su abuelo sin ningún privilegio en lugar de vacacionar como sus amigos.
Es padre de Tony, Dinorah y José Eduardo.
Es uno de los políticos que quedará, quiera o no, grabado en la historia de Puebla.
Es, José Antonio Gali Fayad, gobernador de Puebla por un año y 10 meses.
•••
5 de junio es una fecha que lo ha marcado. Si el mandatario busca en sus recuerdos, éstos le serán gratos por dos razones:
La primera porque fue un día así cuando unió, en matrimonio, su vida a la de la madre de sus hijos, Dinorah López Gargallo, en 1982.
La segunda, el año pasado, cuando celebró en el lobby del hotel Presidente Intercontinental dos cosas: su aniversario de bodas número 34 y la victoria más importante de su carrera política: la gubernatura de Puebla.
Tony Gali es el mayor de seis hermanos. Nació el 25 de noviembre de 1959 en la ciudad de Puebla.
A los 21 años de edad terminó su segunda licenciatura en Economía y Relaciones Internacionales. Pero el sector público lo atrajo y se convirtió en el eje de su vida.
La anécdota de cuando decidió aventurarse a encaminar una trayectoria al servicio público es compartida con quien lo guió con un consejo: “haz lo que dicte tu corazón”, le dijo el periodista Enrique Montero Ponce durante una charla y así lo hizo.
Después de que a los 25 años fuera modelo para catálogos de una tienda de ropa y grabara un disco con boleros, Tony decidió cambiar los templetes y reflectores por actos de gobierno y comidas con políticos.
Fue así como consiguió convertirse en delegado de Evaluación Pacífico-Centro y administrador estatal en Puebla de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público; después, de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) y, posteriormente, en subsecretario de Comunicaciones y Transportes del estado, donde –afirma– logró reconocer y entender las principales necesidades de la entidad en este rubro.
En su nuevo escenario tejió un par de relaciones que definieron su trayectoria y, posiblemente, su vida. La primera, su participación en la campaña de Felipe Calderón, que le abrió muchas puertas; la otra, la consolidación de su amistad con Rafael Moreno Valle, personaje con quien definió su futuro, pero que no determinó del todo sus logros.
En 2014, cuando ganó la alcaldía de Puebla, Gali Fayad se caracterizó por ser conciliador entre los grupos opositores y, a través del consenso, concretar sus principales proyectos.
Un ejemplo fue la obra del Puente 485, en la que después de conversar con los vecinos que se oponían a ella por afectar sus viviendas, intercedió y compró los espacios afectados a precio comercial, cuando la administración municipal los pudo haber expro- piado o comprado a valor catastral.
José Antonio Gali Fayad es aquel que prefiere el silencio a denostar. Es aquel presidente municipal –ahora gobernador– que abraza a las personas mayores. El mismo que concilia. Aquel que es cortés aún con sus rivales.