La Quinta Columna 
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Eran las cuatro de la mañana cuando Meade despertó. Los perros de Chimalistac perseguían a la luna o a un gato o a un perro ladrando a la luna. Tomó su iPad y anotó ideas sueltas. Una oración a San Charbel. Una llamada a su padre. Un mensaje al presidente.

Juana Cuevas, su mujer, despertó y le dijo que ya no tenía sueño. Se tomaron un café turco. Se sentaron en la cocina. Hablaron largamente.

—Tengo que compartirte algo, amor.

—¿Qué pasó, vida?

—Un alto funcionario fue a ver al presidente y se encontró con la novedad de que no le dio instrucciones para la operación electoral, siendo que su dependencia es básica para ese fin.

—Uy.

—Le dije al presidente si debía entender que era cierta la versión de que había un acuerdo entre él y AMLO.

—¿Y qué te dijo?

—Me llevó a su cuarto de operaciones.

—¿Cuándo fue todo esto?

—Ayer.

—¿No habías ido con Estefan Chidiac y Nuño a ver temas electorales?

—Originalmente sí, pero no pude evitar hablarle al presidente. Andaba muy tenso. Quería escuchar de él la parte real de todo esto. El lado B de la historia.

—¿Y qué encontraste?

—Me dijo que me subiera a un Passat. Él se puso al volante. Dio instrucciones de que lo siguieran a distancia. Me llevó a una bodega de Naucalpan. Ahí había unas trescientas personas. Una por distrito federal.

—Guau.

—Tienen todo concertado. Hay comunicación con cada uno de los distritos electorales. Llevan el día a día de la elección.

—O sea que es una película de Steven Spielberg pero a lo bestia.

—Mejor aún: como una película de Stanley Kubrick.

—¡Amor!

—Espera. Viene lo mejor. Tres operadores me enseñaron el guión de la elección. Tienen controlado el voto priista y el voto antisistema. Colocarán cámaras en todas las casillas. Ellos sabrán en el minuto a minuto cómo está votando la gente y qué hay que hacer para desactivar la votación peligrosa. Hay técnicos rusos en todo esto.

—¿O sea que vamos a pasar de Andrés Manuelovich al Pepe Meadovich?

—(Risas). Así es, amor.

—¡Qué maravilla!

—En pocas palabras, el presidente me dijo que no tuviera dudas. Que la elección de hoy será manejada por un muy sofisticado cerebro que sabrá manejar todas sus zonas. Donde haya conflicto habrá una operación quirúrgica.

—¿Ya ganamos, Pepe?

—¡Estás con el próximo presidente de México!

Gritos, abrazos, besos. Más diálogos.

—¿Qué van a hacer con el tigre de López Obrador?

—Irá directo al zoológico.

—(Risas). ¡Amor, en serio!

—El presidente arregló con la FIFA que México pase a cuartos de final.

—¿Cómo crees?

—¡Es real! El presidente es un mago. Todo está arreglado para que el tigre se entretenga con el futbol. De hecho lo que está negociando es que México llegue a la final y si es posible gane.

—¡Guau! ¡Qué maravilla!

—De esa manera el tigre estaría muy entretenido.

—¡Esto hay que celebrarlo!

—Y terminando el circo, viene la guillotina: Anaya se irá a la cárcel.

—¡No me digas!

—Al fresco bote. Para entonces el tigre estará domesticado.

Dos Horas más tarde, ambos salieron hacia un edificio de Insurgentes. Ahí se instalaron. De ahí salieron a votar. Ahí recibieron los primeros sondeos que le daban una ventaja de tres puntos. Meade se preocupó un poco y le habló al presidente. Éste lo calmó. La segunda encuesta le dio cinco puntos. El tigre va a rugir, pensó. Nuño estaba más que feliz. El tercer sondeo marcó la tendencia final: siete puntos de diferencia. El presidente le dijo que no celebrara demasiado para no lastimar al tigre. La estrategia era impecable: el PREP se iría muy lento pero se aceleraría a la hora del partido México-Brasil. A esa hora nadie notaría la operación. Así ocurrió. El triunfo más callado del mundo pasó prácticamente desapercibido gracias a la victoria de México.

La gente salió a la calle jalando al tigre de una correa.

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