La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam 

Últimamente, José Juan Espinosa, diputado local electo de MORENA, anda muy nervioso.

Y muy agresivo.

Incluso hasta con los de casa.

A Claudia Rivera Vivanco, presidenta municipal electa de Puebla, no deja de criticarla abiertamente por todo lo que hace, dice o no dice.

Pese a que ambos son de MORENA, todos los días tiene algo que tuitear sobre ella, quien, por cierto, ni siquiera le responde.

Lo ignora olímpicamente.

Hace bien: si uno se mete a pelear con un cochinito lleva todas las de perder, pues el cochinito vive en el lodo y terminará manchando al oponente.

Su experiencia en el tema del lodazal le da la ventaja.

El senador Alejandro Armenta también sufrió un embate vía Twitter, aunque de manera muy extraña Espinosa lo borró.

Un pleito más lo tuvo con el columnista Enrique Núñez, con quien llevaba una gran amistad.

Espinosa lo criticó por una columna y un titular del periódico Intolerancia en los que era exhibido como porro gritón y peón del ex gobernador Rafael Moreno Valle en el pasado reciente.

Núñez le recordó sus pactos oscuros, la sumisión a todo pecho, el silencio y el entreguismo.

Espinosa reviró titubeante.

Núñez lo remató diciendo que él y los diputados electos de Morena —Biestro y compañía— eran unos vulgares porros.

Antes había tomado las galerías del Congreso local para impedir que la legislatura saliente lo crucificara por diversas irregularidades en sus cuentas públicas.

Con el pretexto de que iba a protestar en contra de la unción de Jorge Cruz Bermúdez como magistrado, los “porros de MORENA” —así los llamó Núñez— llegaron a gritar, ofender y lloriquear.

Luego terminaron con su consabido “¡es un honor estar con Obrador”.

(Por cierto: gracias a sus presiones logró bajar la penalización que ya se le venía en el Congreso).

La semana negra de nuestro personaje había tenido un pésimo momento el miércoles pasado, cuando desde las galerías vio cómo su esposa, Nancy de la Sierra, saludaba de beso a su odiado Moreno Valle en la Cámara de Senadores.

Con la bilis germinando todavía, Espinosa bajó el telón la noche del sábado con un tuit en el que menciona la palabra “achichincles” para descalificar a un tuitero morenovallista.

Como experto achichincle, sabe muy bien de qué habla.

En el diccionario de la Real Academia Española está la mejor definición de esta palabra: “Persona que de ordinario acompaña a un superior y sigue sus órdenes”.

En efecto: Espinosa fue achichincle de Rafael Moreno Valle cuando menos en dos ocasiones: en 2010 y en 2013.

(Núñez nos recordó que el ex gobernador armó una coalición en la que figuraba el PAN para que Espinosa ganara sin problemas la alcaldía de San Pedro Cholula).

Nuestro héroe fue también achichincle de Dante Delgado cuando éste era líder de Convergencia, primero, y Movimiento Ciudadano, después.

Antes lo había sido de su padrino de bodas: Mario Marín Torres.

Luego pasó a ser achichincle de Ricardo Monreal, quien lo llevó a MORENA.

Hoy también es achichincle de Miguel Barbosa, ex candidato a la gubernatura, y de Gabriel Biestro, virtual líder de la próxima legislatura local.

A este último ya está pensando en traicionarlo, pues a través de achichincles suyos anda haciendo correr la versión de que el verdadero poder en el Congreso de Puebla lo tendrá él.

La versión soltada va en el sentido de que Biestro es un ingenuo y un ignorante en temas legislativos, y que, en consecuencia, el de la experiencia es él, quien manejará todo a espaldas de Biestro.

Eso sí: le hará creer que las ideas geniales provienen del líder Biestro.

Todo un complot mongol que rima con la palabra traición.

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