La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

La ronda de las generaciones políticas lleva su tiempo.

Para que un grupo político rebase a otro se requieren varios factores.

Pero esto no ocurre de la noche a la mañana.

El desplazamiento de las élites de poder se da muy lentamente.

En México, por ejemplo, primero fueron los generales, luego los caciques, nuevamente los generales y, finalmente, los licenciados y los doctores.

Puebla es un buen ejemplo de cómo cambia el poder de un mando a otro.

Cada seis años surgía un nuevo liderazgo, hasta que apareció Maximino Ávila Camacho.

A partir de entonces, cuando menos seis administraciones estatales —y un presidente de la República— salieron de su grupo político.

Un nuevo liderazgo estaba viviendo sus mejor días cuando sobrevino el siniestro del 24 de diciembre de 2018, en el que perdieron la vida Martha Érika Alonso y Rafael Moreno Valle.

En ese momento, el morenovallismo empezó a dejar el poder minuto tras minuto.

Primero vino el destierro político de algunos de sus personajes clave.

Luego, perdieron en la mesa la gubernatura interina.

Hoy son una pálida sombra de lo que algún día fueron.

Hasta un niño de seis años sabe que el “hubiera” no existe.

Sin embargo, hagamos un ejercicio de política ficción para entender la movilidad de las élites políticas.

¿Qué habría pasado si en ese siniestro sólo hubiera fallecido la gobernadora?

No lo dude el hipócrita lector:

El senador Moreno Valle habría ganado la gubernatura interina para uno de los suyos y se estaría preparando para retener con todo Casa Puebla.

Si Moreno Valle hubiese sido la única víctima política, Martha Érika Alonso gobernaría los seis años convenidos y terminaría por retirarse de la política.

Con la desaparición de ambos, rostros conocidos reaparecieron en la escena pública de Puebla.

Unos regresaron del ostracismo.

Otros, del destierro político.

Y unos más, surgieron de las filas de Morena.

Cuando Miguel Barbosa Huerta, virtual candidato de Morena a la gubernatura de Puebla, habla de crear una nueva clase política, está dejando entrever que sobre las cenizas de la vieja clase surgirán quienes gobernarán Puebla los próximos sexenios.

Él sería, en este caso, el factor central de la transición.

Los nuevos cuadros —los que forme en los años por venir— tirarán al cesto de la historia a quienes hoy gobiernan.

Esa movilidad tiene sus riesgos, pues los políticos no nacen por generación espontánea.

Será todo un reto ver los nuevos tiempos con esos nuevos actores.

Zavala y sus Alianzas

Javier López Zavala no llegó a pasar un verano al lado de Miguel Barbosa.

Su alianza va en serio.

Fiel a su estilo de operador nato, este miércoles realizará una rueda de prensa con presidentes municipales de todos los partidos, salvo Morena.

Es decir: con Javier estarán alcaldes del PRI, PAN, PRD, Verde, PSI y Nueva Alianza.

¿El fin?

Sumarse con todo a la campaña de Miguel Barbosa.

Hay que decirlo: López Zavala es de los que duerme cuatro horas, porque el resto del día lo pasa haciendo política.

Y operando.

Sobre todo en estos tiempos.

Las Luces de Jorge Estefan

De toda la vida, Jorge Estefan Chidiac desata los demonios.

Sus enemigos lo detestan porque siempre cae parado.

Como diputado federal, se volvió personaje nacional las tres ocasiones que ocupó una curul.

Y más: presidió, invariablemente, las comisiones más importantes de las legislaturas.

Lo mismo Hacienda que Presupuesto.

Hoy sus luces vuelven a brillar en el ámbito estatal.

Y provocan ceguera en sus rivales.

Tanta luz les puede y les duele.

Por eso lanzan piedras desde el anonimato.

No podría ser de otra manera.