Economía, Política y Otros Pecadillos
Por: Michel Chaín Carrillo / @MichelChain

Economía

El indicador más común para medir el tamaño de una economía es el Producto Interno Bruto (PIB), que registra el valor de los bienes y servicios que se realizan dentro del territorio nacional, sin importar la nacionalidad de quienes los hayan producido.  Si bien este indicador tiene ventajas para tener datos comparables entre los diferentes países y regiones, también tiene sus “peros”.

Uno de estos peros es la oportunidad, pues el proceso de registro de los datos para la elaboración del PIB es complejo y llega a tardar cerca de dos años.  De esta manera, para cuando se publica el PIB de un determinado año, el país ya está viviendo coyunturas nuevas.

Por esta razón, en el caso de México, el Inegi elabora el Índice Global de la Actividad Económica (IGAE), como un índice mensual para conocer, de manera oportuna, la trayectoria de corto plazo.

De manera poco sorprendente, pero sí preocupante, el IGAE a febrero de 2019 hace válidos los pronósticos sobre la economía al registrar un crecimiento de apenas 1.2%. para el primer bimestre del año.  Este dato es dolorosamente cercano a los pronósticos hechos por los especialistas, que esperan un crecimiento para 2019 de apenas 1.0% o 1.5%, y se aleja dolorosamente de las cuentas alegres hechas en las conferencias mañaneras, que hablan de 2% y 4% para el año.

Hay muchos factores para explicar la falta de dinamismo de la economía mexicana en este año, pero sigo creyendo que hay que observar el comportamiento del comercio internacional.  Si algo se ha significado como un motor de crecimiento es la exitosa incorporación de nuestro país como parte de las cadenas de proveeduría, que generan divisas y también empleos formales bien pagados.

De acuerdo con el mismo Inegi, los datos del comercio exterior de nuestro país en el primer trimestre de este 2019 no son nada halagadores pues, salvo las exportaciones automotrices que aumentaron 0.3%, el resto de las exportaciones mexicanas se redujeron (petroleras -0.2%; agropecuarias -5.6%; extractivas -4.6%; y las manufactureras no automotrices -1.7%).

¡Ay, México! Tan cerca de los pronósticos de Urzúa y tan lejos de los de su jefe…

 

Política

Navegando por Internet me topé con un artículo muy interesante en el Financial Times (FT) titulado “The age of the elected despot is here”, de Martin Wolf, donde se señala que vivimos en una era de líderes carismáticos de corte populista, que tienden a convertirse en déspotas autoritarios menoscabando las instituciones democráticas por las que llegaron al poder, tanto de izquierda como de derecha.  Como parte de estos nuevos “hombres fuertes” del siglo XXI, el FT identifica a Vladimir Putin, en Russia; Recep Tayyip Erdogan, en Turquía; Narendra Modi, en India; Nicolás Maduro, en Venezuela; Rodrigo Duterte, en Filipinas; Jair Bolsonaro, en Brasil; Benjamin Netanyahu, en Israel; Matteo Salvini, en Italia; y, desde luego, Donald Trump en los Estados Unidos.

De acuerdo con Wolf, estos “hombres fuertes” retoman la figura del “protector” de los textos de Platón que defiende al “pueblo”, siempre en abstracto, y lo condimentan con toques de destinos manifiestos, megalomanía y narcisismo.  Y, en caso de que algo salga mal, cuentan con el viejo y confiable argumento de culpar a algún enemigo imaginario, ya sea exterior o interior, que atenta contra el “destino del Pueblo” que, desde luego, sólo ellos conocen e interpretan.

Para el autor, el caso más importante es del de Trump en los Estados Unidos, pues los gringos siempre se han presentado como los defensores de las democracias liberales en el orbe.  Al final, las políticas de miedo y odio suelen dar paso a tiranías y las instituciones por sí mismas no están siendo capaces de contenerlas.

¿Qué papel va a jugar nuestro país en este emergente orden mundial de bullies?

 

Otros pecadillos

La semana pasada fue la euforia por el estreno de la octava y última temporada a de Game Of Thrones, acompañada de una enorme expectación entre los fanáticos que se ha traducido en la generación de un sinnúmero de teorías sobre cómo habrá de terminar la historia del trono de hierro.  Esta semana la histeria colectiva fue la de los fanáticos del llamado Marvel Cinematic Universe (MCU), que enloquecieron para comprar los boletos para las primeras funciones de “Avengers: Endgame” y madrugaron para ser los primeros en ver esta película de unas tres horas de duración.

Como buen ñoñazo y fan de los comics (fiel a DC) veo con agrado como este tipo de manifestaciones culturales, antes bastante marginadas, hoy entran de manera clara en el corazón de la cultura popular.  Como analista, no puedo dejar de notar como los “kidults”, o adolescentes extendidos, hoy son uno de los grupos de consumidores más rentables en los mercados de todo el mundo.  Sea como sea, se vive la dictadura de los ñoños…