El virtual gobernador del estado, Miguel Barbosa, aseguró que haber perdido en la capital y zona conurbada se debe al desgaste de los gobiernos municipales, en tanto que el presidente del Congreso local, Gabriel Biestro, dijo que otro factor se debió a la traición.
Por: Mario Galeana
Desde el desgaste de los gobiernos municipales, hasta acusaciones veladas de traición y “brazos caídos” al interior de la coalición Juntos Haremos Historia, ha empezado un proceso de evaluación sobre los resultados de la jornada electoral.
No es para menos. Los cuatro distritos federales de la capital y Cholula terminaron por convertirse en el reducto político de una oposición que, hace un año, recibió un voto de castigo en esa misma zona metropolitana.
En los cinco distritos federales en que se divide esa región el candidato común por el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, Enrique Cárdenas, obtuvo casi 100 mil votos más que Miguel Barbosa, ganador virtual de la contienda y, por tanto, gobernador del estado a partir del 1 de agosto.
“Creo que no se puede hablar de un voto de castigo, porque, de ser así, muy probablemente se hubiera replicado en todo el estado”, considera el politólogo Hervey Rivera. “Pero tampoco se puede descartar que los ciudadanos de esta zona metropolitana que sufragaron por Morena el año pasado, esta vez lo hicieron por el PAN. Es un claro aviso de que las personas no van a dar cheques en blanco”.
Esto resulta una advertencia de los electores para varios alcaldes, pero sobre todo para la presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco; la de San Andrés Cholula, Karina Pérez Popoca; y el de San Pedro Cholula, Luis Alberto Arriaga Lila. El proceso del domingo pasado ha sido, quizá, el primer referéndum sobre sus gobiernos, y no han salido bien librados.
“Los ciudadanos no decidieron votar en contra, pero sí abstenerse, no participar. Si hubiera habido un voto de castigo, habría sido una elección muy pareja, en la que el candidato externo de Acción Nacional hubiera puesto en serios aprietos al candidato de Morena”, resume Hervey Rivera, académico por la BUAP.
En cambio, desde el centro de mando del futuro gobernador, este triunfo de claroscuros no puede entenderse sin el desgaste de los gobiernos municipales… pero también en la traición de ciertos operadores.
“Los partidos políticos tendrán que tomar decisiones, sobre todo de organización”, valoró ayer Barbosa en un desayuno al que convocó a la prensa. “Creo que el tema de la capital y la zona conurbada se debe también al desgaste —que fue muy rápido— de los gobiernos municipales, pero no veo que sea un asunto insalvable”.
Junto a él estaba Gabriel Biestro, coordinador de la bancada de Morena y uno de sus hombres más cercano. Más tarde, el diputado ofreció otro factor al crecimiento político del PAN y sus aliados en la zona metropolitana: la traición.
“Puede ser. Puede ser. Sí, sí, por ahí anda. Sería muy irresponsable responder, aunque hay indicios de que hubo algo así”, soltó.
De aquella velada acusación se desprende algo más: que al interior de la coalición Juntos Haremos Historia se prepara un reacomodo. Una nueva disputa por el poder.
EL REPARTO DE CULPAS
Dos fueron los distritos donde la caída del voto de la coalición Juntos Haremos Historia fue más honda: el 10 de Cholula —donde Cárdenas superó a Barbosa por más de 31 mil 537 votos, según el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP)— y el 12 de la capital —donde obtuvo 32 mil 407 votos más—.
La noche del 2 de junio, una versión nacida desde el cuarto de guerra de Barbosa Huerta sugería un descontento hacia el coordinador de la fracción del PT en el Congreso local, José Juan Espinosa Torres, que ha fincado su bastión político-electoral en el municipio de San Pedro Cholula.
Apenas la versión se hizo pública, Espinosa Torres se deslindó de la debacle al asegurar que él había sido “marginado” de la operación electoral. “No fui convocado ni para dialogar o acompañar al candidato como lo hice en 2018 (…) en los últimos meses las voces que adulan, que intrigan, quienes no tienen un solo quinto de capital político, se dieron a la tarea de marginarnos en este proceso electoral”, ahondó la mañana de ayer, en un mensaje transmitido a través de sus redes sociales.
“Pero mi distrito, el distrito 20 (local), se ganó. Por margen menor, pero se ganó”, insistió.
En el distrito federal 12 de Puebla nadie ha puesto el dedo en nadie. Aquella zona es representada por Eudoxio Morales, un académico que se hizo popular a raíz de sus críticas al manejo financiero del gobierno de Rafael Moreno Valle, y que llegó a la Cámara de Diputados tras asumir la curul de Fernando Manzanilla Prieto, secretario General de Gobierno.
La lista sigue: en el distrito 9, Barbosa cayó por más de 36 mil votos frente a Cárdenas. No deja de ser paradójico que aquella región tenga como representante al diputado federal Guillermo Aréchiga, coordinador territorial de la campaña del candidato por Juntos Haremos Historia.
La diferencia de votos más visible fue la del distrito 11 de Puebla —representado por el diputado federal morenista Saúl Huerta Corona—, donde el académico superó por tan solo seis mil 549 votos al ex senador.
LOS SECTARISMOS Y EL CRECIMIENTO DE LOS ALIADOS
Aunque hayan caído por casi 200 mil votos, la oposición ha tomado una bocanada de aire fresco. Sin considerar coaliciones ni candidatos, Acción Nacional resultó ser el instituto político más votado, al contar con el respaldo de 27.1% del pírrico nivel de votación que se registró el domingo pasado.
Morena, que controla el Poder Legislativo y las principales ciudades del estado, obtuvo 25.5% de los sufragios. Si el partido lopezobradorista libró una caída de bruces fue por sus aliados, el PT y el PVEM, que recibieron 10.6% y 8.6% de la votación total.
Barbosa aseguró que el porcentaje de votos obtenidos por estos partidos se debe a que, en los hechos, éstos se convirtieron en receptores de todos aquellos políticos y operadores a los que él trató de sumar a su campaña, pero que fueron rechazados por Morena.
“Muchas de las gentes (sic) con las que hicimos acuerdos fueron rechazadas. Morena debe cambiar de actitud frente a los momentos políticos. Quien ganó en 2018 fue Andrés Manuel López Obrador y no Morena. Si no hubiéramos abierto las puertas a la gente, no sé qué resultados hubiéramos tenido. De quien se nutrieron el PT y el Verde fueron de esas personas que vinieron a Morena y que fueron rechazadas”, subrayó.
Esto es algo en lo que Hervey Rivera puede coincidir: López Obrador es un “fenómeno político”, pero sus simpatías no se trasladan en automático a los candidatos y autoridades emanadas de la coalición Juntos Haremos Historia.
“No obstante, de los todavía altos niveles de aprobación de Andrés Manuel López Obrador, hay figuras políticas que consideran que esa aprobación se transfiere a ellos, y eso no es así, de ninguna manera. Hay figuras que están gobernando y que creen que esa aprobación del Presidente bajará hacia ellos. Pero no: ya vimos que no es así. El ejemplo más claro son las zonas urbanas, la zona metropolitana del estado”.