“Justicia, que no se quede impune”, fue el clamor de familiares y amigos de Josué Emanuel durante el sepelio del joven, el cual se llevó a cabo en la junta auxiliar de San Lorenzo Almecatla del municipio de Cuautlancingo. 

En medio de aplausos, porras, música de mariachi y flores blancas, su cuerpo salió de la casa de sus padres, donde fue velado hasta el mediodía. 

“Te vas ángel mío; ya vas a partir”, fue la primera canción que entonó el mariachi cuando el féretro se dirigió hacia la casa donde vivió junto con su esposa y su hijo de siete años de edad. 

Su mujer, al ver que entraba el cadáver de su esposo, se abrazó a la caja y lamentó que después de salir a trabajar haya regresado muerto.

Su suegro le pidió a los deudos que lo recordaran como un hombre alegre, quien gustaba de la música, por lo que colocó una guitarra encima del féretro y le pidió a los mariachis que no dejaran de tocar.

Tras varios sollozos, lágrimas y despedidas, el cuerpo del joven de 29 años de edad salió rumbo a la iglesia de la junta auxiliar donde le hicieron un rosario de cuerpo presente. Su hijo y su esposa se sentaron en la primera fila del templo donde entonaron cantos católicos.

Posteriormente, los deudos lo acompañaron hacia el panteón y en su camino, su suegra recordó que era una persona muy noble y muy alegre. 

Le relató a una de sus amigas que decidieron levantar un acta de desaparición luego de que no tuvieran noticias de él. Cuando recibieron el acta por parte de la Fiscalía General del Estado (FGE), la llevaron a la Cruz Roja Mexicana, a otros hospitales y a las delegaciones.

Sin embargo, fue una amiga de su hija quien les mandó fotos del cadáver de Josué y les informó vía telefónica que lo habían matado, junto con tres estudiantes de Medicina, de la BUAP y de la UPAEP, en la zona de Huejotzingo.

La mujer lamentó que el joven haya fallecido luego de que tenía poco tiempo de haberse reconciliado con su hija. Afirmó que estaban tomando terapias espirituales para recomponer su matrimonio.

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“Ahora lo va a extrañar más, después de que se reconciliaron, él a cada rato le estaba marcando y estaba muy pendiente de ella. Siempre fue buena gente, pero ahorita lo va a extrañar más”, recalcó.

Al llegar al camposanto, la suegra de Josué se quedó con su hijo para evitar que vieran cómo sepultaban a su papá.

En el panteón, los mariachis entonaron: “Cuando crezca le platicas de su padre, le dices que un día lo quise”, y la esposa de Josué se soltó a llorar y aseguró que no podría seguir el camino sin él.

En medio de la tierra colocaron el féretro del joven que cumplió 29 años en enero y sus familiares se pasaron a despedir de él. Su hermano no lograba contener el llanto, mientras que sus papás se abrazaron a llorar. 

Su abuelo tomó su balón de futbol y el uniforme con el que jugaba cada fin de semana para meterlos en su caja y que no olvidara que en vida su pasión fue el futbol.

Los deudos narraron que tenía año y medio de haber comprado su carro para trabajar en Uber y darle una mejor vida a su familia. Dijeron que antes era carpintero.

Las golondrinas se escuchaban de fondo mientras se llevaba a cabo el entierro, mientras que al grito de justicia sus familiares clamaron al gobernador que no sea impune.

“Pedimos justicia al señor gobernador, porque no es justo lo que está pasando en nuestro país y nuestro estado. Queremos justicia señor gobernador, que no se vendan los jueces por unos cuantos centavos, que no fueron unos animales a los que les hicieron esto”, exigió su tío

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