“Pensamos que las grandes ligas de la ciencia y la educación están muy lejos, fuera de nuestro alcance, pero la realidad es que la BUAP está en las grandes ligas; la formación que tenemos en México no le pide nada a otros países”, asegura desde Alemania, el doctor Sergio Romero Romero, egresado de la Licenciatura en Biomedicina, quien desde el Laboratorio de Birte Höcker de Diseño de Proteínas de la Universität Bayreuth -donde realiza una estancia postdoctoral- busca revolucionar ese campo a nivel mundial, en las áreas de la salud, la industria y el medio ambiente.

A sus 33 años de edad, con la maestría y doctorado en Ciencias Bioquímicas por la UNAM, además de una licenciatura en Sociología por esa misma casa de estudios, Romero Romero reconstruye en la memoria la última década de su trayectoria profesional, premiada actualmente con la beca postdoctoral Humboldt-Bayer Research Fellowship, de la fundación Bayer Science & Education Foundation, por ser uno de los 10 científicos extranjeros con una de las propuestas de investigación más destacadas en el área de las Ciencias de la Vida. Además, la beca Humboldt Research Fellowship for Postdoctoral Researchers por parte de la Alexander von Humboldt Foundation del gobierno de la República Federal de Alemania, considerada una de las más prestigiosas del ámbito científico.

“Desde niño me daba curiosidad y me gustaban mucho las ciencias naturales y la Química, pero el clic mayor fue cuando estuve en la preparatoria Lázaro Cárdenas de la BUAP, donde estudiaron mis hermanos, en aquel entonces ubicada en la 8 Oriente. Estaba un poco indeciso, pero después descubrí Biomedicina y dije ‘de aquí soy, quiero ser científico’, aunque en realidad no supiera mucho lo que eso significaba”, comenta.

Sergio hace una pausa en la charla y recuerda con gratitud a algunos de los profesores que marcaron su vida estudiantil en Biomedicina: el fallecido director de la Facultad de Medicina, José Luis Gándara Ramírez, “él me marcó muchísimo, siempre fue muy atento y muy sensible con los alumnos; la maestra Patricia Pardo, o mis mamás académicas Rosa del Carmen Rocha Gracia y Patricia Lozano Zaraín, del Centro de Investigaciones en Ciencias Microbiológicas, quienes me dijeron, ‘aplica a posgrados, vete a una maestría, un doctorado’, siempre me motivaron y me enseñaron que el primer ‘aparato’ que tenía que aprender a utilizar era el cerebro”.

Como investigador, “lo que aprendí en la BUAP fue muy importante -en la parte académica y la social-, te hacen poner los pies en la tierra y reconocer que al final nos debemos a la gente que financia el presupuesto para que podamos estudiar una carrera en una universidad pública”